Doña Conchita Calvillo: Lucidez y memoria

El pasado cinco de enero pasé una mañana memorable platicando con Doña Conchita Calvillo Alonso (1917), que fue compañera del Doctor Salvador Nava Martínez (1914-1992). Ella ahora tiene 104 años.

En su casa en San Luis Potosí, con una lucidez absoluta y una memoria portentosa, me compartió su visión de lo que ahora ocurre en el país. Se mantiene al día de lo que sucede y tiene su propia opinión.

Habló también de su posición ante la iglesia conservadora y fue particularmente crítica de los Legionarios de Cristo y de su fundador, Marcial Maciel, por los casos de pederastia. Para ella, el papa debió haber desaparecido esa congregación.

Recordó con enorme precisión hechos en el marco del funcionamiento de la Comisión Nacional de Intermediación (CONAI) que se crea en 1994, para mediar la relación entre el Frente Zapatista para la Liberación Nacional (EZLN) y el gobierno.

Doña Conchita fue integrante de esa comisión junto con el obispo Samuel Ruiz, Pablo González Casanova, Juana García Robles, Juan Bañuelos, Oscar Oliva, Alberto Székely y Raymundo Sánchez Barraza.

 

Comparte el contenido de las discusiones de esos años y recuerda con detalle, que no deje de sorprender, sus visitas a las comunidades indígenas de Chiapas. Cita el nombre de las poblaciones donde estuvo y de las personas con las que se reunió.

Doña Conchita se casó con el doctor Nava el 22 de julio de 1940. Tuvieron seis hijos: Salvador, Pedro, Luis, Alejandro, Manuel y Concepción Guadalupe.

Compartió con el doctor Nava una historia de 52 años. Una lucha que inicia en 1958 y que todavía sigue. Décadas de ir en contra del régimen autoritario y trabajar a favor de la instauración de la democracia en nuestro país.

En las más de dos horas de conversación, siempre atenta preguntando a las visitas si algo se les ofrece, no sólo me sorprendió su lucidez y memoria, que son evidentes.

Sino que me trasmitió un gran entusiasmo por la vida, por todos los días seguir en la lucha por lo que se piensa en el marco de una ética que pone siempre al otro por delante.

Doña Conchita ha sido a lo largo de su vida un ejemplo de congruencia, generosidad y entrega. Como anfitriona a uno lo hace sentir como que es parte de su familia.

Ella en sí misma es un canto a la vida. Es un grito, en su mesura y suaves maneras, a vivir la vida con intensidad. A nunca dejar de luchar y también de amar.

 

Twitter: @RubenAguilar

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