Por: Edgar Mereles Ortiz.
“Son más las fobias contra lo diferente
que las filias lo que los une.”
Hermenegildo García
Desde el 2018 a la fecha en México se ha dado un proceso político que merece un estudio serio para entenderlo. Es importante unificar los criterios para ser eficaces en las políticas que se deben aplicar. Veo que una de las deficiencias más dañinas que tiene la oposición en su conjunto es que camina dispersa y sus líderes se agotan en el corto plazo. La dispersión y el agotamiento han sido de los principales incentivos que tiene el régimen actual para germinar, crecer y desarrollar toda la corrupción posible con toda la impunidad aplicable.
Dos casos me invitan a pensar sobre el agotamiento de los liderazgos: Xóchitl Gálvez y Enrique de la Madrid. Ambos son cuadros excepcionales en conocimientos, experiencia, ideas y debate. Francamente cautivan a sus auditorios, pero en la lucha política desde una oposición sin espacios propios ni estructuras territoriales reales, las ecuaciones se convirtieron en una carga y las inercias de los partidos políticos en un lastre. Ambos convocaron a la sociedad a la construcción de una oposición ciudadana, una resistencia civil que con innovación y mecanismos de reinvención política pudieran construir una plataforma política fresca, plural, incluyente.
Sin embargo, todo quedó en iniciativas y buenas intenciones.
Por otro lado, tenemos una gama de organizaciones y grupos de la sociedad civil que no han podido construir una plataforma común, un ideario que nos indique qué piensan, una presentación que nos señale quiénes son y qué es lo que cada uno representa.
Veo expresiones francamente democráticas, intenciones indiscutiblemente federalistas, republicanas, conductas estrictamente ciudadanas con causas, conocimiento de lo que acontece, actualizados por los sucesos en otras latitudes, pero caminan por veredas distintas, a pasos diferentes y horizontes ajenos.
Otras son las expresiones más radicales y fascistas de la ultraderecha mexicana, organizaciones que inventan noticias falsas, que expresan una fobia muy peligrosa contra la militancia distinta a sus filas; no soportan las palabras socialismo, tolerancia, respeto, diferencia. Mucho menos comunismo o la imagen de Ernesto Guevara de la Serna, a quien acusan de los males que padecemos en estos días. Lo sé porque lo he vivido.
Una de las más grandes lecciones de la transición española la dieron los comunistas encabezados por Santiago Carrillo cuando en un congreso decidieron aceptar el escudo de la casa real en la bandera y jurarle lealtad al rey. Ese acto destrabó toda resistencia legal para obtener el registro y eliminó todo argumento fascista contra los comunistas. Y los comunistas colocaron a su país, sus habitantes y la democracia por encima de sus filias históricas, rencores justificados y dogmas ideológicos.
En fin. Volviendo a lo nuestro.
Mientras esto vivimos en la oposición mexicana, los delincuentes, corruptos, manipuladores del régimen avanzan. Los demócratas, incluyentes y republicanos de la cuatrotelogía se agazapan; quién en su sano juicio va a expresar la mínima inconformidad cuando la Presidente dice que Augusto bajó la delincuencia, Adán presume sus cualidades multifuncionales para justificar su fortuna, Luisa dice que no hubo huachicol en el gobierno de Andrés Manuel.
Pero todo esto va a avanzar, toda esta pudrición continuará mientras del otro lado de la calle, en la banqueta de enfrente, las fobias, la exclusión, el ego y la miseria humana también controlen a la oposición.
Para algunos, la esperanza está en “Somos México”; para otros, ya lo ven como amenaza, con recelo y sin respeto al nuevo contrincante.
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