Criterio independiente – El predicador (II)

Armado con suposiciones propias y armas de grueso calibre prestadas por las fuerzas del orden, a Don Traficante no le detuvo nada para enfrentar al soplón.

Don Traficante era criminal confeso. Confesaba sus trafiques cada domingo. Purificaba su conducta mediante donativos de oro para recubrir las columnas del edificio sagrado y la promesa reiterada de comprar los cargos de dignatarios para el guía espiritual de la comunidad.

Don Traficante convocó a toda la aldea a celebrar un día de alboroto contra el pastor. La gente armada con medias verdades y mentiras completas fue a la calle del templo.

—Fuera delator, la aldea no te quiere -gritaron-.

Ese día de desorden social, en primera línea estuvo ahí, en el centro, el culpable de que las confesiones salieran a la calle. Vio el acoso al acusado que nada debía pero, a juzgar por su rostro, temía todo.

Escurridizo, el responsable de las infidencias se escabulló entre los protestantes.

Atrevido, preguntó al pastor —¿qué opinaba?

—No sé -contestó el religioso-.

Astuto, interrogó a los vecinos —¿qué pasa?

Quedó fascinado con la miscelánea de contestaciones.

—El párroco increpado generaba humo a base de hojas de coca depositadas en el incensario para que los feligreses dieran un paseo por las nubes durante las oraciones -dijo alguien-.

—El pastor era sodomizado levantándose la sotana por atrás, pero le gustaba devolver las gracias recibidas, para ello sacaba una pistola y sometía al que le había antecedido, entonces, el religioso se volvía sodomizador remangándose la sotana por delante -respondió otro-.

—El juez tenía mucho trabajo porque las señoras y los señores acusaban mutuas infidelidades como efecto de que el guía espiritual habló de más y platicó que ellas andaban con aquellos otros y que ellos intimaban con aquellas otras -comentó un funcionario sin identificarse-.

De aquel linchamiento, el responsable de la confusión obtuvo las versiones increíbles que la mayoría de los pobladores creía. El pueblo ardió en un infierno de afirmaciones sin sustento.

(Continuará…)

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