Hermanos todos


El pasado primero de octubre el papa Francisco dio a conocer la Encíclica Social Fratelli tutti (Hermanos todos) que lleva como subtítulo, Sobre la fraternidad y la amistad social. Es la tercera de su mandato.

 

La firmó sobre la tumba de San Francisco, en la iglesia dedicada al santo en Asís. El título es una frase del fundador de los Franciscanos en el siglo XII. Personaje que inspira al papa y por eso eligió su nombre.

 

El tono de la encíclica es muy personal y recoge la manera de expresarse del papa. Es algo único en un texto de este carácter. Como la encíclica Laudato Si, se aleja de las formas y el lenguaje clerical.

 

La encíclica se ubica en el contexto de la crisis del Covid-19 y propone lo que debería ser cada sociedad nacional y el sistema mundo después de la pandemia. Es un texto de análisis y de propuesta. Uno que ofrece horizonte e inspira.

 

La mayoría de las ideas sociales, políticas y económicas que se presentan en el texto, el papa ya antes las había tratado, pero ahora se exponen de una manera estructurada como un todo. Se trata de una puesta al día del pensamiento social de la Iglesia.

 

Se inscribe en la lógica de las grandes encíclicas sociales de los siglos XIX y XX. Es la primera de este siglo. Hay una crítica abierta al populismo y neoliberalismo. Las propuestas que hace el papa se podrían inscribir en el marco de un socialismo democrático.

 

Hay también una crítica a todo tipo de nacionalismo que hoy se vuelve a hacer presente en diversas sociedades del mundo. Los nacionalismos cerrados, egoístas y excluyentes.

 

La fraternidad es uno de los temas centrales de la encíclica; la fraternidad a nivel de las personas, de las comunidades nacionales y también a nivel internacional, para hacerla parte de las relaciones entre las naciones.

 

El cardenal Parolin en la presentación de la encíclica planteó que el papa Francisco “llama a cada uno a amar al otro pueblo, a la otra nación como a la suya propia. Y así construir relaciones, normas e instituciones, abandonando el espejismo de la fuerza, el aislamiento, las visiones cerradas, las acciones egoístas y partidistas.”

 

La encíclica está llamada a provocar la discusión y grandes cambios en el pensamiento social de la Iglesia. Seguramente encontrará resistencia en los sectores más conservadores de la institución, pero también aceptación en el sector mayoritario y simpatía entre amplios sectores de las otras iglesias y de los no creyentes.

 

Twitter: @RubenAguilar

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