El 15 de junio de 1986, la Selección Mexicana de Futbol hizo historia al avanzar por primera vez (y única) al deseado quinto partido de una Copa Mundial de Futbol, tras vencer en el Estadio Azteca a Bulgaria por 2-0 en la ronda de octavos de final.
Sin embargo, esa fecha quedó registrada en la memoria de los aficionados mexicanos como el día en que Manuel Negrete hizo el gol más vistoso en la historia de los Mundiales. Una media tijera espectacular fuera del área, de una jugada que comenzó en los pies de Rafael Amador y culminó, tras un pase y una devolución con Javier Aguirre, cuando corría el minuto 34.
El exelemento de los Pumas se impuso en una lista de 32 candidatos, algo que hasta la fecha le causa satisfacción.
Dicha denominación fue más allá de las fronteras, ya que, en 2018, los aficionados eligieron en la página de Facebook de la FIFA a Negrete como la mejor anotación, por encima de la de Pelé ante Suecia en 1958, o la de Diego Maradona en México 86, donde eludió desde medio campo a varios jugadores ingleses y al portero Peter Shilton.
“Ese gol lo recuerdo como si hubiera sido ayer, a la gente no se le va a olvidar nunca, son de los momentos históricos del futbol, y el hecho de haber sido nombrado el mejor de la historia, me llena de alegría. Todavía hay aficionados que se emocionan y me lo recuerdan”, expresó Negrete.
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Haber hecho un tanto de características similares un año antes, en las semifinales del futbol mexicano de la temporada 1984-1985 ante Puebla, también lo llena de orgullo.
“No es por presunción, pero es algo que ya tenía yo ensayado desde hace tiempo. Incluso ese gol ante Puebla es mejor que el que metí en el Mundial a Bulgaria, porque es más completo; además, le hice un sombrerito al chileno (Nelson) Sanhueza.
“Pero hacerlo en una Copa del Mundo, en tu casa, ante más de 110 mil aficionados es inigualable, otra cosa. La sensación que tengo de ese partido hasta la fecha es especial, desde que el momento en que se entonó el himno”, agregó.
A partir de la anotación ante Bulgaria, Negrete fue conocido como “El mexicano de los goles bonitos”, sobre todo, en su etapa europea, primero con el Sporting de Lisboa en Portugal, y después en el Sporting de Gijón en España, entre 1986 y 1987.
El exmediocampista cree que hacer una anotación de tijera o de chilena no es casualidad, “hay que practicarlo varias veces, y también, tener una visión periférica de donde estás colocado, de tu rival, de la cancha, y por supuesto, de la portería”.
Esa tijera mundialista quedó inmortalizada en una placa conmemorativa de las paredes del Estadio Azteca, y ya es una leyenda, a lado de las dos que presumen al llamado Coloso de Santa Úrsula como el único que ha recibido dos finales de Copa del Mundo. Dos proezas que serán difíciles de alcanzar.