La señora de la fonda

Una señora atendía de buen agrado una exitosa fonda. La sordera con la que había nacido no le impedía tratar a sus clientes como reyes ni preparar deliciosos y abundantes platillos. Mantenía con cariño un huerto en su traspatio del que obtenía gran parte de los insumos que utilizaba en su cocina. El lugar siempre estaba repleto de gente que acudía ahí por la calidad de los alimentos y la calidez de su anfitriona.

Un día estalló una crisis profunda en el país donde vivía. El desempleo se disparó, las tasas de interés se fueron a las nubes y la inflación dio un salto olímpico. Su distanciamiento de las redes sociales y de los medios de comunicación, así como su afección en el oído que le impedía escuchar las conversaciones de los comensales, la mantuvieron ajena a las catastróficas noticias. Y como ella se autoempleaba, no debía dinero y poco compraba en el mercado, tampoco se percató de la situación.

Así que ella continuó trabajando con esmero y alegría, como si nada pasara. El lugar mostró un ligero descenso de clientela que la propietaria adjudicó a circunstancias pasajeras. No era la primera vez que pasaba. Pero en general, el negocio siguió prosperando.

Hasta que un buen día llegó una sobrina de visita quien, alarmada por su actitud despreocupada, le explicó, mediante señas y apoyándose en una pizarra, la situación tan crítica por la que atravesaba la economía del país. De inmediato la señora de la fonda comenzó a tomar previsiones: subió sus precios, escatimó en insumos, canceló el crédito a sus clientes y, lo más lamentable, cambió su actitud, consecuencia de la preocupación e incertidumbre.

A las pocas semanas la fonda comenzó a quedarse sola y, como la mayoría de los negocios de ese país, tuvo finalmente que cerrar.

La economía de Estados Unidos ha presentado indicadores preocupantes: la inflación más alta en los últimos 40 años, un incremento sustancial en las tasas de interés y una depreciación del dólar con respecto a otras monedas, como el Euro, sin precedentes. Algunos comienzan a prever una crisis en puerta.

Las devaluaciones de la moneda y la alza en los tipos de interés pueden tener varias causas, pero una de ellas es sin duda la inflación. Los capitales internacionales han buscado refugio en otras monedas diferentes al dólar para sortear el incremento de precios norteamericano, poder comprar bienes más baratos y evitar la erosión de su patrimonio.

La inflación también tiene varias causas: los altos precios del petróleo, el encarecimiento de los granos y, por lo tanto, de la proteína animal por la guerra de Rusia con Ucrania, el desabasto de semiconductores y por el incremento del consumo postpandemia.

Regularmente una alta inflación es la consecuencia de una crisis, no la causa. El riego más alto es que creamos que habrá crisis. En este caso, como la señora de la fonda, es mejor no conocer los detalles para seguir prosperando. Mientras sigamos trabajando con actitud positiva, no habrá invento de crisis que pueda afectarnos.