Imperios de la mente — Tormentas geomagnéticas, monos fallecidos y Elon Musk.

Debemos recompensar a la gente, no ridiculizarlos, por pensar lo imposible.

Nassim Nicholas Taleb.

Construir el futuro es un proceso iterativo, que requiere una mentalidad férrea para no quitar la mirada de la imagen de ese posible futuro (utópico quizá) a pesar de los reveses en el camino. De hecho, la presencia de obstáculos (de mayor o mayor magnitud) son lo único seguro en ese camino. Y cuando el proyecto o la visión se halle en uno de los múltiples “valles de lágrimas”, probablemente (o no) surja de entre las filas del equipo ese “superhéroe” que tendrá la audacia e inteligencia para demostrar que lo que se creía imposible es posible… y continuar hasta la siguiente iteración del proyecto. Este mes, a Elon Musk (apodado en algunos círculos como Iron man por el personaje de Marvel Tony Stark, millonario y gurú tecnológico) se la han juntado dos reveses en sus proyectos tecnológicos.

El primero de los reveses tiene que ver con la empresa Neuralink (enfocada en “desarrollar interfaces cerebro-máquina de ancho de banda ultra alto para conectar humanos y computadoras”). En una columna anterior comentaba que el pasado 20 de enero la compañía de Elon Musk, Neuralink, había lanzado una convocatoria para ocupar el puesto de director de ensayos clínicos para llevar a cabo los primeros estudios de implantación del Neuralink en humanos. Los animales con los que se probó el Neuralink fueron macacos, los cuales, en abril de 2021 y de acuerdo con un video liberado por la empresa, se mostró que eran capaces de controlar con su mente un video juego de ping pong. El 10 de febrero de este año surgieron noticias que ponen en serias dudas los avances de Neuralink: 15 de los 23 macacos a los que se le implantó el chip entre 2017 a 2020, han fallecido.

Los experimentos de la implantación del chip fueron realizados en la Universidad de California (UC) de Davis, la cual recibió 1.4 millones de dólares por parte de Neuralink para realizar los experimentos pertinentes. Ahora, el Comité de Médicos para la Medicina Responsable (PCRM, por sus siglas en inglés, una institución sin fines de lucro) ha denunciado legalmente a la Universidad de California por ocasionar y ocultar la muerte de los macacos. Lo que sostiene la PCRM es que durante estos experimentos se violó la Ley Federal de Bienestar Animal. La toma y daca legal también se centra en la transparencia de algunos de los experimentos: Neuralink es un ente privado y, en teoría, no tendría por qué divulgar los detalles de los experimentos. Sin embargo, la UC de Davis es una institución pública que “cedió” sus instalaciones para el desarrollo de los experimentos, lo cual plantea la posibilidad de que se le obligue a revelar toda la documentación relativa a los experimentos que ayude a desentrañar lo que provocó la muerte de estos macacos.

En concreto, la denuncia legal presentada por PCRM ante el Departamento de Agricultura de EE. UU. acusa a UC Davis y Neuralink de nueve violaciones de la Ley de Bienestar Animal. “Muchos, si no todos, los monos experimentaron un sufrimiento extremo como resultado del cuidado inadecuado de los animales y los implantes de cabeza experimentales altamente invasivos durante los experimentos, que se realizaron con el objetivo de desarrollar lo que Neuralink y Elon Musk han descrito públicamente como una interfaz cerebro-máquina”. Y más aún: “Estos implantes altamente invasivos y el hardware asociado, que se insertan en el cerebro después de perforar agujeros en los cráneos de los animales, han producido infecciones recurrentes en los animales, comprometiendo significativamente su salud, así como la integridad de la investigación”.

Ahora se sabe que después de la implantación del chip uno de los macacos tuvo que ser sacrificado tras desarrollar una infección en la piel. A otro le hacían falta dedos de la mano y los pies, presumiblemente por mutilación propia, y también tuvo que ser sacrificado. Otro más comenzó a vomitar incontrolablemente poco después de haber sido intervenido; murió un par de días después debido a una hemorragia cerebral, según revelaría una autopsia.

El otro frente que tiene que atender Elon Musk es la salida de órbita el 4 de febrero de 40 satélites SpaceX Starlink, los cuales se habían puesto en órbita tan sólo un día antes. El objetivo de SpaceX es colocar hasta 42,000 satélites en la órbita baja de la Tierra para proveer de Internet a cada resquicio de este mundo (una “misión” muy similar a Facebook: conectar el mundo). Hasta el momento han puesto en órbita 1,900. Se estima que volver a poner en posición a los satélites afectados le cueste a SpaceX entre 50 y 100 millones de dólares. ¿La causa? Una tormenta geomagnética proveniente del Sol.

Lo que llama la atención es el hecho de que se trataba de algo previsible. A pesar de las advertencias, se siguió adelante con el lanzamiento. ¿Es porque resultaba más caro retrasar un día el lanzamiento que rectificar después la órbita de los satélites? Cabe hacer notar que la tormenta geomagnética fue relativamente pequeña (G1 en una escala que va hasta G5). En los próximos años se espera que la magnitud de este tipo de tormentas se incremente y alcanza un máximo en 2025 como parte de los ciclos de actividad del Sol cada 11 años. El reto para los años venideros no sólo es proteger a los satélites de este tipo de tormentas, sino que, con el advenimiento de los viajes turísticos al espacio, se está congestionando el tráfico allá arriba, y no queda claro cómo se pueda regular el creciente tráfico y puesta en órbita también de basura espacial, sobre todo cuando hace poco también se señaló a un cohete de SpaceX de estrellarse en la luna cuando en realidad se trataba de uno chino.

Lo que no me queda duda es que, de concretarse hasta el último detalle de cualquiera de los proyectos de Elon Musk (Neuralink, SpaceX y su red satelital de internet), sus resultados afectarán el futuro de millones de personas. Siempre habrá early adopters de la tecnología.

 

 

 

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