Red Pública-Que hablen los que saben

 

Edgar Mereles Ortíz.

 

“fuimos demócratas,

ahora somos dictadores”

Hermenegildo García.

 

 

Los analistas políticos de estos días tratamos de explicar la conducta politica de López Obrador, su gabinete y el movimiento que lo llevó al poder. Existe un esfuerzo muy amplio por tratar de buscar las semejanzas entre los gobiernos de Venezuela, Cuba, Nicaragua como una forma de definir a la izquierda latinoamericana, sus excesos o errores. Curiosamente en el cuadro comparativo de la izquierda y sus gobiernos en los países del rio Bravo a la Patagonia, nadie hace una mención del gobierno izquierdista en Paraguay de José Mujica.

Para poder hacer un análisis medianamente serio acudí a un par de viejos amigos de mi juventud que me han servido siempre de brújula ideológica en la geometría de las ideas: Norberto Bobbio, lo busqué y me recomendó leer su libro “derecha e izquierda. Razones y significados de una distinción politica” de la editorial Taurus. Y Michelangelo Bovero, quien me solicito releer su conferencia magistral dictada en el Instituto Federal Electoral, en agosto del 2000 y que la tituló: “Democracia, alternancia, elecciones.”

¿Qué dice Norberto?

“Las ideologías del pasado han sido sustituidas por otras nuevas o que pretenden ser nuevas. El árbol de las ideologías siempre esta reverdeciendo. Además, no hay nada mas ideológico, tal y como ha quedado demostrado muchas veces, que la afirmación de la crisis de las ideologías. Así como que -izquierda- y -derecha- no indican solamente ideologías. reducirlas a la pura expresión del pensamiento ideológico seria una injusta simplificación: indican programas contrapuestos respecto a muchos problemas cuya solución pertenece habitualmente a la acción politica, contrastes no solo de ideas, sino también de intereses y valoraciones sobre la dirección que habría que dar a la sociedad, contrastes que existen en toda sociedad, y que no parece que vayan a desaparecer.” Hasta ahí la cita-

¿Qué dice Bovero?

“En suma, la vida pública de un colectivo puede ser considerada democrática si las decisiones políticas no caen desde lo alto sobre las cabezas de los ciudadanos, sino más bien son el resultado de un juego en el cual participan, y controlan, los mismos ciudadanos. En contrapartida, donde las condiciones y las precondiciones de la democracia no sean satisfechas al menos en un grado mínimo, puede, sin duda, verificarse una alternancia en el gobierno, pero se trata, precisamente, de una alternancia sin democracia… En primer lugar, como hemos apenas señalado, no se puede concluir que un Estado sea, o se haya vuelto, una democracia madura por el solo hecho de que se haya verificado una alternancia en el poder; pero, en segundo lugar, tampoco se puede afirmar que el mismo Estado no lo fuera anteriormente, por la sola razón de que no se había producido aún una alternancia. De otra manera, en todas las ocasiones en que una elección confirma al sujeto (o al partido) en el gobierno deberíamos concluir que el sistema no es democrático, lo cual es evidentemente absurdo. La democracia no consiste necesaria y exclusivamente en la alternancia en el poder. Quien quisiera sostener la existencia de un vínculo indisoluble entre democracia y alternancia estaría obligado, por coherencia, a afirmar nuevamente un absurdo, es decir, que unas elecciones libres cuyo resultado no esté predeterminado en un sentido o en otro, son inútiles e, incluso, dañinas para la democracia… Por mucho que pueda ser atemperada, en mayor o menor medida, esta forma de gobierno atribuye, de cualquier manera, a mi juicio, demasiados poderes, y éstos son excesivamente discrecionales, a una sola persona. Más allá de la alternancia en el gobierno, el verdadero problema se encuentra, desde mi punto de vista, en la forma de gobierno”

Derivado de lo que dicen los politólogos italianos, debemos deducir lo siguiente:

1.- En México lo que gobierna no es la izquierda mexicana, no está en el poder público la idea de luchar por igualdades, democratizar el ejercicio del poder ni hacer de la ciudadanía un contrapeso real a las instituciones y sus representantes.

2.- Tenemos puntos de comparación con Venezuela, Cuba o Nicaragua. En esos países, no es la izquierda la que gobierna, son oligarquías militares, burocráticas y políticas que, con un lenguaje o discurso populista, engañan a sus bases sociales y las manipulan para la legitimización de sus decisiones políticas, militares, económicas y desarrollo.

3.- El mejor ejemplo de un gobierno con ideas y programas de izquierda es el de José Mujica en Uruguay. Un gobierno que primero, respetó la constitución politica de su país; segundo; respetó la existencia y promovió el fortalecimiento de la iniciativa privada aplicando políticas laborales y sociales para los trabajadores que los colocara en mejores condiciones de desarrollo y crecimiento con instituciones de educación, salud, recreación, cultura y empleo más justos e igualitarios. ¿Hubo errores? Sí, pero hubo un elemento fundamental en la conducta del político: garantizó y cumplió con la alternancia en el ejercicio del poder, respetó a las autoridades electorales, fortaleció, con su decisión y conducta personal, la legalidad y legitimidad de las elecciones.

Pienso que aquí, hemos llegado al momento histórico de que la ciudadanía ante la autoridad en todos los niveles de gobierno asuma su papel que le corresponde y luche por la consolidación de la autoridad electoral, la cultura de la legalidad y la presencia de demócratas probados en las decisiones de poder.

Desde algún lugar de los cañaverales en el Estado de Morelos.

4 de enero del 2022.

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