La casa oscura, Rebecca Hall brilla entre un catálogo de sufrimiento

En la ópera prima El ritual (2017), el británico David Bruckner mostró su capacidad para desarrollar personajes y plantear una dinámica entre ellos, calibraba con justeza la pendulación del relato entre lo doméstico y lo inquietante y se lanzaba finalmente de cabeza a lo sobrenatural, encarnado en una entidad poco o nada frecuentada por el género. Hollywood tomó nota y lo llamó.

La casa oscura parecería ser la pista de lanzamiento a un proyecto más ambicioso que la industria le ha encomendado: la remake de Hellraiser, clásico del género en los 80. El paladar de Hollywood no es afín a menúes que se salgan de la norma, por lo cual a aquella primera cocción con impronta propia la sucede una en la que el cocinero se limita a servir, con la mayor prolijidad posible, la clase de cena ante la cual nadie se pregunta quién la preparó.

Es una nueva versión del mito del que vuelve de entre los muertos,  tiene por protagonista a la docente de secundaria Beth (Rebecca Hall), cuyo marido acaba de suicidarse. Como corresponde, Beth vive en una casa aislada junto a un lago, con un único vecino en las inmediaciones, el paternal Mel (Vondie Curtis-Hall). Tiene una colega y amiga, Claire (la rubia Sarah Goldberg, memorable en su papel de Sally en la genial serie Barry), su contrapeso realista a partir del momento en que Beth empieza con eso de que oye ruidos raros por la noche. Sucede lo que pasa de El bebé de Rosemary para acá: revolviendo entre las cosas del marido, la protagonista encuentra unos planos, mensajes, anotaciones y libros raros, en este caso bastante menos inquietantes que los escritos de Steven Marcato.

Esta podría pensarse como una película sobre la negación antes que sobre el duelo, sobre los mecanismos de protección que ensayamos ante los más terribles silencios y descubrimientos. Y sin abandonar esos dilemas sobre el después de la muerte y la angustia del vacío que nos aguarda –es clara la referencia a La hora del lobo, el acercamiento más evidente de Ingmar Bergman al terror-, David Bruckner (El ritual) modela su puesta en escena sobre un terror que prescinde de golpes de efecto y monstruosas apariciones, que es capaz de subvertir lo conocido para convertirlo en su espejo más siniestro.

Pero el gran mérito de la película es la interpretación de Rebecca Hall, una actriz capaz de dar a su personaje todo un abanico de emociones sin reparos ni excesos. Su Beth transita el perfecto calvario del género, sometida a asedios fantasmales, a exploraciones en el bosque, a revelaciones inaceptables, pero también una cruzada metafísica, expresada en un cuerpo convertido en drama, en la carne verdadera de esas tinieblas.

Te compartimos el trailer de esta increíble película

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