La suciedad que levantó la vacuna

 

Con la llegada de los primeros cargamentos de la vacuna del laboratorio Pfizer en México, destinados correctamente a los prestadores de servicios médicos de primera línea, quienes se encuentran entre las poblaciones de mayor riesgo, ha iniciado también la discusión sobre los procesos y destinatarios de este alivio tan esperado. En principio, se puede destacar que aún falta mucha información respecto a las vacunas que se negociaron así como las particularidades de su manejo.

Hasta hoy no se tiene información sobre los mecanismos y estrategias de coordinación a nivel estatal y federal para la distribución, de las vacunas, ni tampoco sabemos la capacidad municipal, estatal y federal para la distribución y aplicación a la población, considerando la complejidad que ya sabemos representa esta primera vacuna.

Este paliativo llega en el peor momento de la pandemia en México, con más de un 1 millón 370 mil casos, 122 mil muertes y preocupantemente, más de 12 mil casos confirmados diarios. Desafortunadamente, en buena parte este fenómeno se debe al hartazgo y consecuente relajamiento social a la que esta pandemia ha expuesto a la población. Por otra parte, las condiciones laborales y económicas del país no permiten mantener las medidas drásticas de confinamiento que ayudan a bajar los altos índices de contagio que se registran.

En ese sentido, se definió que el ejército será quien se encargue de la distribución y vacunación una vez que se cuente con ella. Si bien se trata de una de las instituciones con mayor capacidad operativa, aún está por verse si tienen la posibilidad de asumir este reto, con relación a las exigencias técnicas que implica una alternativa como la de Pfizer más las que se vayan sumando en los próximos meses.

Otro tema para destacar son los procesos de adquisición, ya que se dan en un contexto en el que el gobierno sistemáticamente se encargó de difamar y coartar la presencia de la industria farmacéutica nacional e internacional, así como de las empresas especializadas en logística especializados. El problema principal es que el sistema nacional de salud se viene arrastrando de forma seria desde hace 50 años, no obstante la política de salud de este sexenio se conformó con encontrar soluciones exprés a problemas añejos aunados a los recientes. Se debe tomar también en cuenta la escasez de medicamentos respecto a su distribución y compra, gracias a las decisiones irresponsables de esta administración desde antes de la pandemia.

En virtud de lo anterior, es imprescindible destacar la forma en que se ha manejado la comunicación oficial respecto a la llegada de la vacuna. La realidad es que dicha vacuna sigue “sin llegar” a nuestro país, no al menos en de esa manera en la que Marcelo Ebrard, titular de la SRE, externó a la llegada del primer cargamento al asegurar que se trata del “principio del fin de la pandemia”, en el sentido de que el número de vacunas que ha llegado no cubre a la población necesaria para sustentar esa aseveración.

Particularmente ahora, es vital que no se hagan falsas expectativas basadas en intereses políticos que puedan complicar el proceso de inmunización a partid de un bien tan cotizado como los son estas vacunas que llegan. Además, a pesar de todos los problemas que ha acarreado la pandemia, la aprobación del presidente no baja, por ello es que los mensajes contradictorios no terminan entre los funcionarios encargado de su manejo, cuestión que debe superar por cuenta propia esta mermada sociedad.

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