Bastión Político – Normalización de la muerte en México

 

En medio de las tragedias que significan el constante deceso de miles de mexicanos ya sea por el grado de letalidad que la pandemia del coronavirus ha tenido particularmente en nuestro país (en gran medida como resultado de la impericia e ignorancia de las autoridades sanitarias) o por la ausencia de una política de seguridad pública para contener la barbarie que la delincuencia organizada ejerce impunemente sobre la población, sobresale el hecho de que el gobierno federal ha conseguido insensibilizar a la opinión pública respecto a la tragedia que viven miles de familias que han perdido a hermanos, padres, hijos o familiares cercanos, producto de estos dos flagelos que enlutan la geografía nacional.

Reciente, encontramos también la falta de empatía gubernamental ante el sufrimiento y muerte de los niños con cáncer, quienes perdieron su abasto regular de medicamentos en medio de ensayos administrativos para idear sobre la marcha una supuesta reestructuración del sector salud y el abandono de las mujeres que sufren de violencia de género y que encontraban en los refugios para mujeres, hoy cerrados por austeridad presupuestal, protección e incluso la última esperanza de salvar sus vidas. Lamentablemente, estas tragedias también se han normalizado en el acontecer nacional y, por su propia naturaleza, la percepción social se narcotiza ante la gravedad de las fatalidades que de manera individual y colectiva marcan o destruyen vidas de mexicanos.

Día a día, las redes sociales comparten nuevos rostros de mujeres desaparecidas así como las actualizaciones que informan la localización sin vida de aquellas mujeres cuya búsqueda se difundió hace tan sólo unos días. Mientras tanto, la nueva élite gobernante muestra su satisfacción ante el avance de su proyecto de “transformación” y pareciera que la paralización de la opinión publica ante el infortunio que sufre, avala el discurso gubernamental, cada día mas cargado de resentimiento y agresión hacia los que se atreven a disentir de la homilía mañanera. Haciendo prever a esta élite un camino sin tropiezos a la elección del 2021 donde incluso aspiran a ampliar su control de la geografía nacional.

El que la oposición política no haya logrado articular una estrategia de resistencia al avasallamiento que la actual administración realiza de las instituciones y las leyes de la república, fortalece este triunfalismo del obradorismo que acrecienta su dinámica destructiva de la vida democrática nacional ya sin miramientos ni pudor. El reciente galimatías jurídico en que se ha hundido a la Suprema Corte de Justicia de la Nación para dar respuesta obsequiosa a una estrategia electoral del presidente de la república, da cuenta de ello
La siembra de este resentimiento, intolerancia y vejación a los contrarios, empieza a mostrar la cosecha que vendrá en un mediano plazo, las nacientes manifestaciones públicas de los opositores a esta administración empiezan a mostrar un tono beligerante y cada vez más agresivo e insultante hacia el presidente de la república (en sintonía con el tono de las mañaneras), y que amenaza con trasladarse a las calles en un escenario que tampoco parece preocupar a los responsables de mantener la paz pública y la civilidad política en el procesamiento del conflicto social como corresponde a un régimen democrático.

La falta de atención a esta espiral de violencia verbal e incluso la incitación de la misma con retos vulgares e irresponsables a los opositores a AMLO, podría traer lo único que nos falta para completar el cuadro de un Estado en crisis y que correspondería a la violencia social protagonizada por la militancia del “cambio” y el resto de la sociedad inconforme con la administración actual. Ante esta perspectiva y teniendo en el horizonte el luto que ya sufre este país, nos preguntamos cuántos muertos más se requieren para que esta administración recapacite en las verdaderas prioridades sociales, ¿cuántos mas?

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