De la misoginia al feminicidio

La indolencia de nuestras autoridades ha permitido la persistencia de la misoginia y de su nefasta consecuencia representada por los feminicidios. La misoginia es un comportamiento de la cultura patriarcal y un aspecto de minusvalía de lo femenino que observamos cotidianamente, mientras que el feminicidio es la expresión agravada de tal comportamiento social que termina con el asesinato de mujeres. Tan sólo durante las tres últimas semanas se han presentado diversos casos de violencia brutal contra ellas: el 25 de noviembre Abril Cecilia Pérez Sagaón fue asesinada en la Ciudad de México mientras el Poder Judicial local en una muy cuestionada actuación reclasificaba las acusaciones que permitieron la huida del principal sospechoso, su marido, quien sigue prófugo; una semana después la estudiante Ana Daniela Vega Gumaball fue ultimada en su departamento en Guanajuato lo que provocó movilizaciones de la comunidad universitaria; pocos días después, el 3 de diciembre Cintya Moreno Hernández, quien había sido reportada como desaparecida en el Estado de México fue encontrada muerta en el interior de un taxi en la alcaldía Iztacalco con evidentes signos de tortura; más tarde el 8 del mismo mes fue asesinada en Chiapas Yucenia Jaquelín Gómez, quien había salido a cenar con su prometido; tan sólo dos días después Sonia Pérez Rodea, profesora del ballet folclórico de la Universidad Autónoma del Estado de México, fue estrangulada por su ex­esposo quien confesó haberla matado por celos. La lista es muy larga.

La misoginia es la antesala del feminicidio. Representa la valoración negativa de lo femenino por razones históricas, sociales, políticas y psicológicas que se encuentra en la base de la hostilidad contra las mujeres con el objetivo de interpretar, ordenar y controlar la realidad. La misoginia proyecta una organización mental que comprende los símbolos, los ritos y los mitos que fundamentan las instituciones familiares. Abarca desde la forma más sutil de desprecio hacia las mujeres, que es la invisibilización o el silencio sobre ellas, hasta las manifestaciones más explicitas y contundentes de odio hacia el género femenino, pasando por todo tipo de expresiones de desdén y menosprecio. La misoginia es un producto cultural que se sitúa en las representaciones colectivas creadas por la sociedad que inferiorizan a las mujeres, produce animadversión en su contra y reproduce los estereotipos de rechazo. La misoginia es una herencia de la tradición hebrea, donde la mujer aparece como un ser perverso. En el capítulo segundo del Génesis, Javé, una vez terminada la creación, creó a la mujer de una costilla de Adán para procurarle compañía y felicidad. Pero Eva pervirtió ese fin, pecó e hizo pecar a Adán, y por ello durante toda su existencia sus hijas tendrán que pagar y expiar esa culpa.

El feminicidio, por su parte, engloba una serie de fenómenos que van desde la violencia sistemática y la impunidad que la acompaña, hasta el homicidio de mujeres por el simple hecho de ser mujeres. Representa el sustrato sexista en esos asesinatos, así como el androcentrismo de los tipos penales aparentemente neutros como el homicidio. En este fenómeno es importante la responsabilidad del Estado dadas las graves deficiencias de los sistemas de justicia en todo el país. Históricamente, el derecho penal ha contribuido a la subordinación femenina y por ello, es urgente erradicar todas las disposiciones legales expresamente discriminatorias que aún persisten en contra de las mujeres.

@isidrohcisneros 

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