Homilía XXXIII Domingo Ordinario – Jornada Mundial de los Pobres 

Con la celebración de este domingo estamos prácticamente terminando el tiempo ordinario porque el próximo domingo celebramos la solemnidad de Cristo Rey del Universo y el domingo primero de diciembre iniciamos el
Adviento y el nuevo año litúrgico ciclo A.
Hoy también celebramos a santa Isabel de Hungría y seguimos la Jornada Mundial de los pobres.

Creo que la gran mayoría escuchó que el 8 noviembre de 1519, hace 500 años se encontraron cara a cara por primera vez el gobernante azteca Huey Tlatoani Moctezuma II Xocoyotzin , erróneamente llamado “emperador azteca” y el invasor español más que conquistador Hernán Cortés de Monroy y Pizarro Altamirano. Moctezuma basado en la leyenda de Quetzalcóatl hospedó en el palacio de su padre Acayácatl por dos años a Hernán Cortés. Aunque muchísimas cosas aportó América a la hasta entonces insípida Europa seré puntual al decir que las cartas que se pensaban de Bernal Díaz del Castillo todo indica que era de Hernán Cortés, pues Bernal carecía de educación, como lo asegura el antropólogo francés Christian Duverger.

A esta homilia la he titulado “Pleito ratero” porque así se le conoce en psicología a aquella “forma defensiva e inmadura de no asumir responsabilidad”, sus sinónimos son “hacerse la víctima”, de lo cual hablaré después.

Te invito a dejarte impactar por las lecturas de la misa de hoy: Lucas 21, 5-19; Mal 3, 19-20a y 2 Tesalonicenses 3, 7-12.

Inicio por el pasaje del evangelio. El contexto, Jesús desde que llegó a Jerusalén llevó toda su actividad en el templo: expulsó a los vendedores, discutió con sus adversarios, puso de ejemplo a la viuda pobre que dio lo que tenía para vivir y hoy viendo que la gente se admiraba de la grandeza de la construcción, por cierto estaba cubierta de gruesas capas de oro que con el sol deslumbraba a quien le veía, pues Jesús predijo su destrucción. Cuando Lucas escribe este evangelio han pasado unos diez años de que los Romanos destruyeron Jerusalén y no sólo el templo.

La primera lectura es la profecía de Malaquías que habla de la nada que serán los orgullosos y malhechores en el día del Señor y cómo el “resto fiel”, los pobres de Dios tendrán en sus vidas como lámparas que iluminarán su camino porque Dios es el sol de justicia y su sombra su salud.

Pablo en esa segunda carta a los Tesalonicenses en el pasaje de hoy deja claro que no todo es dar y dar, hay que trabajar; hay que ser y hacer Iglesia. Todos nos necesitamos. Yo personalmente soy testigo de personas que conocí de escasos recursos y que para estudiar trabajaban de madrugada o hasta vendiendo jugos y gelatinas, y hoy son profesionistas con proyección ética y socialmente responsables.

Si Hernán Cortés escribe al rey Carlos de España que la gran Tenochtitlán era como una Venecia con canales de agua, baños públicos, majestuosa y digna de su imperio  ¿por qué en menos de cuatro años la destruyó? Tanto la destrucción de Jerusalén como la destrucción de la gran Tenochtitlán fueron como “el fin del mundo” y cada uno de sus propios historiadores por un lado judíos, y por el otro muy pocos mexicas describen esa atrocidad de forma apocalíptica. Él cineastas Mel Gibson hizo una película sobre los mayas y la llamó tal cual “Apocalipsis”.

Se dice, como dije al inicio que quien la “te la hace de pleito ratero” se hace la víctima para no hacerse responsable de sus faltas, como el novio o cónyuge infiel que te la “hace de pleito para que no le digas nada”, aclaro no estoy dando ideas. Prosigo, como el mal estudiante que le hecha la culpa al maestro que lo reprobó “porque le cae mal”; el gobierno que no atiende las necesidades de los ciudadanos porque tiene metas de partido pero denosta a sus adversarios y esparce rencor y odio, como los pseudocatólicos que cambian de religión porque no se les cumplen sus caprichos.

Pues te propongo lo siguiente: Sigamos adelante y sin desfallece porque quien está con Jesús el mal es provocación para amar más. Amemos más a Dios, amenos más a la Iglesia, amemos más a México, amemos más a los pobres, amemos más a los no católicos, amémonos más lo unos a los otros porque el amor solo es para los valientes. El amor no es solo un sentimiento o pensamiento, es una decisión. Y toda decisión implica una responsabilidad, tenemos derecho a equivocarnos como los mismos apóstoles, a lo que no tenemos derecho es a hablar sin fundamento, sin razonar y sin ser compasivos y misericordioso. No solo hablemos de los pobres, trabajemos con ellos, y ellos con nosotros “codo a codo y hombro a hombro” y podremos decir como San Pablo en el texto de hoy: “No vivimos entre ustedes sin trabajar, no comimos de balde el pan de nadie, sino que con cansancio y fatiga, día y noche, trabajamos a fin de no ser una carga para ninguno. No porque no tuviéramos derecho, sino para daros en nosotros un modelo que imitar https://www.clarin.com/opinion/xxx_0_S1ti0V677.html.

Parece un atrevimiento, pero es la verdad, así que todos a trabajar y a dejar de “hacer pleito ratero”.

Amén, amén, Santísima Trinidad.

*El Autor es Profesor en la Universidad Autónoma del Estado de México.

Estudió Sacerdote y Especialidad en Bioética en U.A.E.M.

Estudió en el Seminario Diocesano de Toluca.

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