Aprender para emprender – Homilía XXV Domingo Ordinario

El asunto del dinero tiene muchas opiniones, pero falta aprender y emprender, que es el tema elegido para esta reflexión que pongo a tu consideración.

El dinero es un medio, no un fin. Se habla de la idolatría del dinero, porque cuando falta éste es la mayor angustia de nuestro mundo, es la mayor queja y preocupación que se escucha.

Jesús había dicho que “a los pobres siempre los tendríamos” (Véase Mateo 26,11). Parece como si Dios quisiera eso para que todos valoremos lo que tenemos.

Veamos las lecturas de hoy, el profeta Amós (8, 4-7) denuncia la injusticia social llevada al extremo de vender al indigente por dinero. El apóstol San Pablo en su primera carta a Timoteo (2, 1-8) quiere se se haga oración por todos, por los gobernantes y por las autoridades, porque “Dios quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”. Y el pasaje del evangelio de san Lucas (16, 1-13) nos trae la parábola del administrador astuto que Jesús narra para dar la conclusión de que “no se puede servir a dos amos, porque con uno se queda mal. No se puede servir a Dios y al dinero”.

Hay varias conclusiones que desde el sentido común podemos sacar. Dios ha querido que el dinero sea necesario más no indispensable. Dios no condenó al dinero, sino el uso que le demos. Con el dinero se pueden hacer muchas cosas buenas, y por ello Jesús dice que “nos ganemos amigos que nos ayuden a ganar la morada en el cielo”.

Aprender para emprender es una enorme y gran labor. De otro modo la pereza siempre lleva a la pobreza. Quien pone su confianza en el dinero termina quedando mal con Dios. Entonces qué tenemos que aprender para emprender?

En primer lugar que Jesús tuvo amigos muy ricos que no lo dejaron todo y compartieron sus riquezas. También que la Iglesia desde sus inicios ha tenido en su seno personas muy ricas que no han sido obstáculo para seguir a Jesús y servirlo. Por otro lado, tener en cuenta que la misión de la Iglesia no es acumular riquezas sino administrar los bienes en favor de los más vulnerables.

Y concentrados en la parábola, se trata de hacer algo inaudito ante la desgracia,m; el administrador fraudulento reduce sus cuantiosas ganancias, pues en esa época ellos tenían libertad de ganarse lo que quisieran. El hombre hace una inteligente maniobra, obra que alaba Jesús, no la deshonestidad sino la capacidad de renunciar a acaparar a costa de los pobres. Por lo cual te aseguro que nadie puede emprender sin antes saber. Jesús no pide a todos los discípulos renuncien a todos sus bienes, antes bien que sean inteligentes al usarlos. No se trata de acumular los bienes sino de administrarlos y saber invertir en los pobres.

Seguramente que muchas personas conocen la novela “Los miserables” de Víctor Hugo, y también está del mismo autor “El jorobado de Notre Dame”, cuántas personas en desgracia supieron descubrir la gracia. Con inteligencia supieron saber para emprender y cambiar sus propias historias de vida y las de otros. Quiera Dios que muchos más aprendan a no acumular, sino a compartir los bienes. Por eso te aseguro que es importante saber para emprender.

Amén, amén, Santísima Trinidad.

 

*El Autor es Profesor en la Universidad Autónoma del Estado de México.

Estudió Sacerdote y Especialidad en Bioética en U.A.E.M.

Estudió en el Seminario Diocesano de Toluca.

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