El presidente de la República es quien nombra a los responsables de Notimex, el Instituto Mexicano de la Radio (IMER), Radio Educación, el canal 22 y el canal 11. Sus titulares se asumen como funcionarios del gobierno.
Lo mismo ocurre en los estados que cuentan con sistemas de radio y televisión donde el gobernador es quien nombra a las cabezas de esas instituciones.
En la cobertura de estos medios hay un sesgo a favor del gobierno en la medida que sus directivos son nombrados por el Ejecutivo y obedecen a sus orientaciones.
Así estos medios, por la vía de los hechos, funcionan más como órganos de propaganda del gobierno que de información objetiva. Esa es una de las causas de sus bajas audiencias.
No es el caso de los países que sí tienen medios de Estado como Alemania, Gran Bretaña y Francia donde éstos cuentan con una autonomía total del gobierno en turno.
En estos casos existen consejos de administración integrados por representantes de organizaciones de la sociedad civil.
Ellos nombran al titular de los medios de Estado y garantizan la absoluta libertad de expresión y el ejercicio de un periodismo de alta calidad.
Estos medios, por ser órganos de interés público y cumplir una clara función social, tienen asignado un presupuesto de los recursos públicos.
A lo largo de los últimos años los distintos gobiernos federales, sin cambiar el esquema, cuidaban de tener una excesiva injerencia en estos medios.
Y siempre hubo profesionales de la comunicación que supieron aprovechar estos espacios, para intentar hacer otro periodismo y presentar alternativas.
En la historia de estos medios nunca se había manifestado con tanta claridad la intervención del gobierno como ocurre en la presidencia de López Obrador.
Ahora, el presidente nombró a un coordinador general de estos medios que garantiza que la presencia de su línea política y su proyecto.
La propaganda nunca había sido tan evidente y estado tan presente. Los anteriores gobiernos siempre trataron de cuidar las formas.
Nunca tampoco se había dado el caso de que titulares de programas fueran funcionarios o personajes abiertamente a favor del régimen.
Ahora los medios en manos del gobierno federal son simple y llanamente órganos de propaganda a favor del presidente y su proyecto.
Lo que neutraliza esta estrategia son los bajos niveles de audiencia de estos medios que seguramente se verá más reducida ante la vulgaridad de la propuesta.
Twitter: @RubenAguilar