11 aniversario

John Zorn inspira una noche vibrante en el Cervantino

El 53° Festival Internacional Cervantino (FIC) rindió homenaje al influyente compositor y saxofonista neoyorquino John Zorn, en un concierto celebrado en la Alhóndiga de Granaditas, uno de los escenarios más emblemáticos de Guanajuato. La presentación, titulada “Bagatelles de John Zorn”, estuvo a cargo del compositor, arreglista y trompetista londinense Sam Eastmond, acompañado por un ensamble de doce músicos que reinterpretaron parte del vasto universo sonoro del artista estadounidense.

¿Qué destacaron los asistentes del espectáculo?

Bajo la dirección enérgica y gestual de Eastmond, las secciones de cuerdas, alientos, percusiones y piano crearon un diálogo sonoro cargado de intensidad y experimentación. Cada instrumento tuvo su momento para destacar: la saxofonista, evocando la respiración y la esencia del propio Zorn; el piano, con una tensión atonal casi hipnótica; y la guitarra, con un estallido de distorsión que recordó los vínculos del músico con el rock y el metal.

El público, aunque en su mayoría permaneció en silencio durante las interpretaciones, reconoció con aplausos la complejidad y la fuerza del espectáculo. En palabras del propio Eastmond, el concierto fue “una celebración de la composición de Zorn”, a quien describió como “una de las voces más libres e influyentes de la música contemporánea”.

¿Qué representa este homenaje para el Cervantino?

El Festival Internacional Cervantino, considerado el encuentro cultural más importante de América Latina, incorporó en esta edición una programación que busca destacar la fusión entre tradición y vanguardia. El homenaje a Zorn simboliza ese puente: su música, llena de rupturas, improvisaciones y tensiones armónicas, dialoga con los nuevos lenguajes del jazz y la experimentación sonora.

Durante casi una hora, el ensamble interpretó una relectura de las “Bagatelles”, un ciclo de 300 piezas breves compuestas por Zorn entre 2015 y 2018. La obra, concebida como un laboratorio de ideas musicales, fue reinterpretada por Eastmond con un sello propio que mezcló virtuosismo, humor y desconcierto.

El cierre del concierto, entre vientos fríos y luces suaves, dejó una sensación de contemplación y energía contenida. El público despidió a los músicos con una ovación discreta pero sostenida, en una de las noches más intensas de esta edición del Cervantino.