En enero de 2026, México implementará el registro universal de salud, un sistema que permitirá a cualquier ciudadano recibir atención médica en IMSS, ISSSTE o IMSS‑Bienestar, sin importar su afiliación institucional. Esta medida busca integrar el sistema público, mejorar la interoperabilidad entre instituciones y garantizar un acceso igualitario a los servicios de salud por todo el país.
El anuncio fue dado por el gobierno federal, que asocia esta transformación con una inversión estimada en más de 90 mil millones de pesos, destinada a fortalecer infraestructura hospitalaria, digitalización y atención primaria. Aun así, especialistas advierten que el éxito dependerá de proteger los datos médicos, asegurar financiamiento y coordinar eficazmente entre las dependencias involucradas.
¿Qué cambiará con el registro universal?
Como parte de este proyecto, cada persona será inscrita en el Sistema Nacional de Salud, y tendrá una credencial que identifique su registro en cualquiera de las instituciones públicas, ya sea IMSS, ISSSTE o IMSS‑Bienestar. El programa busca que desde 2027 muchos servicios médicos estén disponibles sin importar la institución a la que originalmente esté afiliado el paciente.
Para que esto funcione, los ciudadanos deberán dar su consentimiento para compartir su historial clínico entre plataformas institucionales. Esta iniciativa pretende reducir duplicidades, mejorar la continuidad de atención y optimizar la planeación sanitaria a nivel nacional.
¿Qué inversiones acompañan al registro?
El gobierno ya ha anunciado una estrategia amplia de expansión y modernización hospitalaria. Antes de que termine 2025, proyecta poner en operación 31 nuevos hospitales y 12 unidades de medicina familiar, además de comenzar la construcción de otras 20 instalaciones. Para ello, se destinarán 50 mil millones de pesos a hospitales en proceso y 40 mil millones a nuevos proyectos, más otros recursos para reactivar quirófanos inactivos.
Paralelamente, programas como Salud Casa por Casa continuarán operando, llevando atención gratuita a adultos mayores y personas con discapacidad en hogares remotos. Hasta ahora, se han desplegado miles de brigadas en municipios de difícil acceso, con la meta de visitar más de 12 millones de viviendas.
Desafíos que debe superar el sistema
El registro universal enfrenta obstáculos técnicos, institucionales y éticos:
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Protección de datos personales: será indispensable contar con normativas claras y mecanismos de auditoría que garanticen confidencialidad en el uso de expedientes clínicos.
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Interoperabilidad tecnológica: las plataformas del IMSS, ISSSTE e IMSS‑Bienestar deberán adoptar estándares comunes, asegurar trazabilidad y resistir riesgos de ciberseguridad.
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Capacitación del personal: médicos y administrativos deberán adaptarse al manejo de sistemas digitales y protocolos de protección.
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Sostenibilidad financiera: el proyecto exige presupuestos de largo plazo, no solo recursos iniciales.
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Equidad regional: regiones con menos infraestructura médica, conectividad o recursos podrían quedar rezagadas si no reciben apoyo técnico y financiero.
Impacto esperado y retos por venir
De concretarse, el registro universal podría:
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Eliminar barreras institucionales para acceder a servicios médicos.
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Garantizar continuidad clínica mediante expedientes electrónicos integrados.
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Facilitar el seguimiento nacional de enfermedades crónicas y emergentes.
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Optimizar costos administrativos y la distribución de recursos.
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Impulsar una salud basada en la prevención, con un mayor foco en atención primaria y domiciliaria.
No obstante, el avance dependerá de protocolos claros, protección adecuada de datos, coordinación interinstitucional y financiamiento sostenible que trascienda sexenios. Si logra consolidarse, este esquema marcaría un cambio profundo hacia un sistema de salud pública más integrado, eficiente y justo para millones de mexicanos que todavía enfrentan obstáculos para recibir atención médica.
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