¿Qué se entiende por “conducción agresiva”?
La conducción agresiva se refiere a maniobras peligrosas voluntarias al volante: acelerar bruscamente, cambiar de carril sin señal, uso excesivo de las bocinas, persecuciones o enfrentamientos con otros conductores. CAPUFE advierte que esta práctica puede derivar en accidentes graves, muertes o altercados viales.
Cuando el enojo del conductor domina, surge lo que se conoce como “ira del camino”: una reacción emocional intensa que lleva a conductas impulsivas, muchas veces alimentadas por el estrés, la prisa o la sensación de injusticia en la vía.
Causas comunes de la conducción agresiva
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Estrés y falta de control emocional: presiones cotidianas, tráfico congestionado o retrasos.
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Competitividad y egoísmos: sentir que otros conductores “entorpecen” el avance.
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Imitación conductual: responder con agresión a una agresión previa.
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Falta de conciencia vial: desconocimiento o ignorancia de las normas de tránsito.
Riesgos y consecuencias
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Mayor probabilidad de colisiones frontales o laterales.
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Incidentes con peatones o motociclistas.
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Daños materiales elevados.
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Cargas legales: multas, pérdida de licencias, procesos judiciales.
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Impacto psicológico: estrés post accidente, trauma o culpa.
Recomendaciones para evitar la agresividad al volante
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Planea con tiempo tu ruta para minimizar la urgencia.
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Mantén la calma: respira profundo antes de reaccionar.
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Evita competencia con otros conductores: tu prioridad es llegar seguro.
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No tomes provocaciones personales: no respondas con insultos ni gestos.
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Haz pausas si sientes ira: estaciona con seguridad y espera.
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Usa la tecnología: apps de tráfico o navegación que eviten sorpresas.
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Capacitación y educación: cursos de manejo defensivo pueden ayudar mucho.
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