Cuando hablamos de alimentación balanceada, muchas personas creen que se trata de llenar el carrito del supermercado con productos caros, importados o “de moda”. Pero Ana Viesca Sánchez, nutrióloga de 33 años, ha demostrado que esta idea es falsa: comer bien no tiene que ser un lujo.
“La nutrición no se trata de cuánto gastas, sino de cómo aprovechas lo que tienes”, afirma Ana, quien ha hecho de la educación alimentaria una misión de vida.
Comer bien con poco: el método de Ana
En sus consultas y redes sociales, Ana comparte estrategias para armar menús nutritivos y completos sin necesidad de inversiones millonarias. Su propuesta se basa en tres pilares: planificación, aprovechamiento de alimentos locales y educación nutricional.
“Los superalimentos no son la solución. Lo que realmente hace la diferencia son los básicos: frijoles, arroz, huevo, frutas y verduras de temporada. Son accesibles, llenos de nutrientes y están al alcance de todos”, explica.
Trucos prácticos para una despensa inteligente
Entre sus recomendaciones más populares, destacan:
-
Planear las comidas semanales: “Tener claridad sobre lo que cocinarás evita gastos innecesarios y desperdicios”.
-
Elegir productos de temporada: Además de más baratos, son más frescos y nutritivos.
-
Apostar por los mercados locales: “Ahorras dinero y apoyas a pequeños productores”.
-
Cocinar en casa: Preparar tus propios alimentos es más económico y te da control sobre lo que comes.
Recetas fáciles para el día a día
Ana sabe que el tiempo también es un recurso limitado. Por eso comparte recetas fáciles y rápidas para quienes viven con el ritmo acelerado de la ciudad: sopas de legumbres, ensaladas completas, guisos económicos y snacks saludables que no requieren grandes habilidades culinarias.
“Un plato nutritivo no tiene por qué ser complicado ni costoso. Con ingredientes simples puedes lograr maravillas”, asegura.
Comer sin culpa: el secreto para disfrutar
Más allá de los números y las calorías, Ana defiende una filosofía clara: alimentación sin culpa. Comer debe ser un acto de autocuidado, no un castigo. “Una dieta equilibrada no prohíbe, enseña a disfrutar con moderación. El bienestar también está en la relación sana con la comida”, dice.

