El ciclo sexenal

Por Liébano Saénz

La política transita entre las inercias del pasado y el cambio que exige la realidad. La mejor manera de descifrar lo que viene se inscribe en la síntesis de estos dos elementos. La institucionalidad democrática se ejerce y garantiza en el quehacer del INE y del Tribunal Electoral, así como en las resoluciones de la Suprema Corte de Justicia. El estilo de gobernar del presidente López Obrador es, por decirlo de alguna manera, la variable independiente del proceso político actual.

En la última etapa del sexenio es natural que los intereses que convergen en la política apunten hacia el futuro. Esto ocurre con la burocracia federal, con los políticos de oficio y también con la diversidad de intereses que se relacionan con el poder político. Por su parte el Ejecutivo acentúa su poder en la medida de que es factor en el proceso sucesorio, y que tiene a su alcance todas las atribuciones legales y metalegales asociadas a la Presidencia de la República.

El Presidente está inmerso en su objetivo de trascender. Es una pretensión legítima de todo jefe de gobierno; sin embargo, López Obrador entiende la política, el poder y la historia de manera diferente. En él, el peso de lo ideológico cobra mucha fuerza y las decisiones a futuro, políticas y de gobierno se enmarcan en esa realidad. Esto significa que el Presidente habrá de radicalizarse y que él (y su proyecto personal) estarán en el centro de la contienda de 2024.

Por su parte la economía es el factor con mayor peso en la moderación de la presidencia. La política es la prioridad, pero en este caso su contención no es sólo la ley ni la justicia constitucional, sino el impacto que tienen las resoluciones presidenciales en la estabilidad económica presente y en los efectos de largo y mediano plazo.

Lo anterior plantea un panorama donde la política habrá de polarizarse aún más, que la retórica presidencial y sus decisiones de gobierno se orientarán en este mismo sentido con la idea de que es la mejor manera de consolidar el proyecto político y, por otra parte, de apuntalar electoralmente a los suyos. El desencuentro aumentará. El presidente es claro, no hay engaño.Trata de ganar la presidencia y también la mayoría calificada; como siempre, López Obrador va por todo.