URGE REDIMIR A LA FAMILIA

Columnista Daniel Valdez García

Pbro. Dr. Daniel Valdez García

Excelente día. Este artículo lo escribo como fruto de las reflexiones que hice al asistir a la pasada capacitación de los agentes de pastoral familiar en nuestra arquidiócesis de Toluca.

1. Emancipación de la mujer
La emancipación o liberación de la mujer es un concepto de las ciencias sociales, como la historiografía, sociología, psicología y otras.

Se trata de romper cadenas tan viejas como el mundo.

La opresión, sometimiento y esclavitud del ser humano por el ser humano está en el entramado de la propia historia de la humanidad. Las guerras primigenias entre las rudimentarias aldeas sometieron a los habitantes enemigos a servidumbre y opresión de la mujer mediante la violación de ésta como signo de humillación y marcaje de dominio al engendrar prole del enemigo.

En el siglo XIX cobraron un gran auge los grupos abolicionista de la esclavitud humana, especialmente en los Estados Unidos de América. Lucretia Mott y Elizabeth Cady Stanton determinaron que deberían hacer algo por la causa de la mujer en Londres en 1840 al asistir a la Convención Mundial contra la esclavitud (Anti-Slavery); en aquel entonces la exclusión de las mujeres de la vida pública era la constante y se les reducía al silencio; los grupos emancipionistas se enfrentaron a la tiranía que les etiquetó de inmoralidad, y éstas abanderando la “Declaración de los Sentimientos” en una convención para mujeres y varones pusieron al descubierto las maneras en que las mujeres eran oprimidas en los Estados Unidos de América y Europa. Y fue hasta 1919 que las mujeres obtuvieron el derecho civil de votar en los Estados Unidos, después se sumaron más países.

A partir de 1948 la Declaración Universal de los Derechos Humanos ha contribuido a la la equidad, paridad o igual en la toma de decisiones, salarios, libertad, acceso a la educación y muchos más por lo que siguen luchando las mujeres en no pocos países.

2. Emancipación de la familia
Aclaro, el concepto sociológico de emancipación de la familia tiene que ver con que los hijos menores de 18 años de edad se vean como adultos y ejerzan sus derechos libres de la autoridad de los padres; esa es una visión utilitarista y materialista.

Ubiquemos bien la opresión que actualmente vive la familia, que es una de las peores en la historia de la humanidad.

Habiendo reducido el ámbito de acción de la mujer a la fecundidad, las labores del hogar y la educación del entorno familiar el varón quedó como un mero provisor de las necesidades del hogar y la familia. Dicha visión reduccionista
ha ido oprimiendo a la familia en su ser y quehacer socialmente responsables.

La familia se va quedando sin derechos para elegir cuándo y cuántos hijos tener, a tal grado que por protocolo las instituciones públicas de salud a derechohabientes y a pacientes les imponen métodos de control natal sin opción a los métodos naturales.

México es el país de América Latina con el mayor número de abusos a menores y vulnerables por parte de familiares, amigos, vecinos y conocidos; también es muy alto el número de embarazos de niñas de 12 años de edad, los cuales son muy peligrosos. Información sobre sexualidad hay mucha, falta educación integral y sexual!, de lo cual se culpa a Sigmund Freud, a su hija y seguidores alentando la llamada revolución sexual.

Tras las declaraciones de Gorbachov y la Carta de la Tierra, la ONU, una elite de científicos y otra de un pequeño grupo pero poderoso han ido imponiendo a la humanidad criterios selectivos, de descarte y de promover la ideología de género para reducir la tasa de natalidad por diversos medios de esterilización y difundir las relaciones que no pueden procrear descendencia, lo cual inició con el programa de Seguridad de las Naciones en 1992.

El difunto Papa emérito Benedicto XVI critica en un libro póstumo la intolerancia de la sociedad contra la fe cristiana con el título “¿Qué es el cristianismo?”, y asegura que a través de la «manipulación radical del hombre» y «la alteración de los sexos mediante la ideología de género» se opone la sociedad contemporánea «al cristianismo». Del mismo modo, critica el «relativismo contemporáneo», la «pretensión dictatorial de tener siempre la razón», así como «el abandono de la antropología cristiana y del estilo de vida que de ella se deriva, por considerarla prerracional». Así podemos asegurar que la humanidad está llamada a una urgente conversión antropológica.

En la obra citada, «la intolerancia de esta aparente modernidad contra la fe cristiana, señala el difunto Papa emérito, no se ha convertido todavía en persecución abierta. Sin embargo, se presenta de forma cada vez más autoritaria, pretendiendo conseguir, con la legislación que de ella se deriva, la extinción de lo que es cristiano en esencia». Esto lo sella diciendo el Papa Benedicto, hombre bueno, humilde y santo, “que sus palabras fueron acogidas por un sector de la Iglesia con un clamor asesino”. ¡Qué duró y qué terrible que haya eso dentro de la misma Iglesia de Jesucristo, porque la Iglesia es de Jesús no de nadie y menos de nosotros o de los que se sienten dueños de ella.

Sin ser aún una debacle, la ética y la moral de la humanidad está en una pendiente resbaladiza por permisivismo e intolerancia ante la valoración ética y moral de la bondad o maldad de los actos humanos.

Necesitamos rezar mucho por la familia, por la humanidad, por la Iglesia y por cada uno de nosotros; en estos tiempos aciagos hemos de ser más testigos que maestros. Hemos de asumir una pastoral familiar como columna de toda la pastoral ya que en la familia se gesta la vida, se le acompaña y finalmente en ella acontece el deceso de sus miembros, por lo tanto, la educación y formación en la fe ha de ser de la cuna a la tumba, y hemos de procurar no solo que la familia esté catequizada sino auténticamente evangelizada.

Gracias por tomarse la molestia de leer esta reflexión que pongo a su consideración.