Las derrotas del presidente

Autor: M.C. y H. Oswaldo Rodríguez Amaya

 

Durante este fin de semana, el gran sistema político nos dio muestra del nivel de debate que se tiene en nuestro país y sobre todo, de una resurrección de la oposición.

 

En este fin de semana, la lucha que se dio por la Reforma Eléctrica, algunos la llamaron al debate más importante de esta legislatura y por lo menos, hasta este momento, del sexenio de Andrés Manuel López Obrador, ante lo cual nos compartió diferentes posturas en este sentido.

 

Por un lado, el proyecto que había sido pospuesto ya en alguna ocasión y que tenía por objeto una reforma a lo relacionado a hidrocarburos y producción de energías terminó con una negativa por parte de los legisladores al no consolidarse la mayoría técnica para una reforma de este nivel y ante lo cual generó un mar de estrategias de comunicación por parte de los legisladores, algunas interesantes, algunas otras sin fundamentos.

 

Todo empezó con la llegada a San Lázaro de los legisladores del Revolucionario Institucional y de Acción Nacional días antes de la votación con la intención de montar guardia y dormir en el recinto, ante lo cual muchos aprovecharon para comunicarlo a los ciudadanos como un acto de defensa y de protección a la soberanía nacional, por otro lado, MORENA montaba al exterior una presión ciudadana para exigir que los legisladores apoyaran dicha reforma “por el bien del pueblo”, sin embargo, entre estos “estira y afloja”, no faltaron los comentarios y debates por redes sociales, sobre una polarización, pues algunos defendían los intereses neoliberales y otro al gran pueblo sabio.

 

Ya iniciado el debate, no faltaron los adjetivos y descalificativos, incluso la retorica discusiva, algunas con rimas bonitas pero también, hay que decirlo, carentes de fundamentos técnicos o científicos que fundamentaran su voto, pues pareció que había una barrera entre ambos frentes legislativos que impedía escuchar y razonar, pues de ladrones, traidores y muchos adjetivos más no pasamos.

 

Finalmente, esto representa una derrota para el presidente, una derrota que considero, en esta ocasión si la generó él, pues rodeado por las ballas del Palacio no ha escuchado que ha llegado a la parte más compleja de su sexenio, que ha llegado con una polarización que el mismo ha generado y que el tener el apoyo ciudadano no basta para la gobernabilidad. Por otro lado, afortunadamente para los pesos y contrapesos de nuestro país y de los sistemas políticos democráticos, al oposición ha resurgido, por primera vez en tres años, hemos visto un frente necesario para abatir el poder absoluto que como lo dice la filosofía, deforma las democracias e impulsa las tiranías.

 

Esperemos que durante los próximos días podamos observar una oposición constante, responsable y madura. Que no se base en los caprichos ni del presidente ni de ellos y por el contrario, se ejerza con objetividad para la construcción de un sistema político que realmente merecemos las ciudadanos. Al tiempo.