El 30 de agosto inició el ciclo escolar 2021-2022 de forma presencial, toda vez que la Secretaría de Salud informara que la Educación será una actividad esencial, por lo que no estará sujeta a restricciones y aunque el semáforo epidemiológico se encuentre en rojo, las clases volverán de manera presencial en todo México.
El regreso a la escuela tiene un nuevo significado, pues viene acompañado de un nuevo conjunto de preocupaciones para padres, maestros y directivos ante una nueva realidad frente al COVID-19. Las escuelas ahora deberán equilibrar las necesidades educativas, sociales y emocionales de los estudiantes junto con la salud y seguridad de alumnos y personal.
Los centros educativos deben implementar medidas de seguridad como cambios en las aulas, pasillos, cafeterías y autobuses para garantizar el distanciamiento social; para esto, pueden utilizar y ampliar la tecnología existente para recopilar datos procesables con el fin de proteger a los estudiantes, al personal y a las comunidades que los rodean.
Para que el regreso a la escuela sea más seguro, las instituciones educativas deberán, además de reducir el tamaño de las clases, convertir espacios no académicos en aulas, invertir en pruebas exhaustivas y periódicas, material de limpieza y mejorar los sistemas de ventilación; hacer uso de otras estrategias que les permitan ser efectivos en minimizar los riesgos de su comunidad.
De acuerdo con Genetec, proveedor líder de tecnología de seguridad integral, seguridad pública, operaciones y soluciones de inteligencia empresarial, los centros educativos deben recurrir a la tecnología y sistemas de seguridad física existente para hacer frente a sus necesidades cambiantes.
Las investigaciones han demostrado que una de las claves para controlar la propagación del virus es reducir el tiempo que los individuos pasan en estrecho contacto entre sí, cuando se encuentran en espacios cerrados. Esto puede ser realmente difícil de aplicar en cualquier organización, pero es un reto particular para los colegios debido a las agrupaciones en un solo lugar por tiempos extendidos. De ahí que muchos estén buscando soluciones que les ayuden a gestionar la ocupación para poder limitar el riesgo de transmisión del COVID-19.
Esto significa, en primer lugar, definir la capacidad máxima permitida en los espacios cerrados, según lo establecido por las autoridades locales y los expertos médicos. A continuación, deben contar exactamente cuántas personas hay en cada entorno en todo momento. Y, por último, deben ser capaces de aumentar o reducir rápidamente el número de personas en un espacio determinado antes de que éste alcance su umbral permitido.
Dado que los sistemas de seguridad física ya ayudan a muchos centros educativos a realizar un seguimiento de quién está en sus instalaciones, tiene sentido pensar en formas de utilizar también estos sistemas para gestionar la ocupación y la densidad. Añadir la analítica a un sistema de videovigilancia existente puede proporcionar a los centros educativos la tecnología de base necesaria para lograr una gestión eficaz de la ocupación de sus espacios.
Los sistemas de seguridad física permiten a los centros educativos operar dentro de las directrices establecidas para la densidad de ocupación, a la vez que aprovecha los sistemas existentes para redefinir su estrategia y responder a nuevos riesgos.