Despilfarro electoral

La existencia fugaz de partidos nos costaron más de 485 millones de pesos que habrían servido para comprar 7.4 millones de dosis de vacunas anticovid

 

Es justo al ver la devastación que dejó Grace en Veracruz y antes en la península de Yucatán sin un fondo de desastres naturales o enfrentamos una pandemia sin los recursos suficientes, cuando notamos el valor del dinero y la forma como se gasta. Sí, se necesita una reforma electoral. Puede haber una mejor democracia con instituciones sólidas y competencia política real sin despilfarros que hacen a un lado otras grandes prioridades.

Botón de muestra, la pluralidad malentendida. Ocho meses de existencia fugaz de los partidos Redes Sociales Progresistas, Fuerza por México y Encuentro Solidario que perdieron el registro por no reunir siquiera el tres por ciento de los votos en la elección de medio término, nos costaron más de 485 millones de pesos que habrían servido para comprar 7.4 millones de dosis de vacunas anticovid, por ejemplo.

¿Qué se necesita para que eso deje de suceder? ¿Que acrediten una base social verdadera y amplia? ¿Evitar que se trate solo de comparsas de otros partidos o mercenarios de alianzas con el mejor postor? Esas están entre las cosas que hay que poner realmente a discusión.

En este 2021, todos los partidos políticos habrán recibido del INE 7.2 mil millones de pesos, pero agregando lo que les dieron otros órganos electorales por los comicios locales, la cifra sube a más de 14 mil millones. ¿Para cuánto equipamiento, dignificación de hospitales y medicamentos alcanzaría todo ese dinero?

Más aún, los partidos reciben en especie muchísimo más. No pagan ni un centavo por el tiempo del que disponen en la radio y la televisión. Luego de la elección intermedia de 2015, la firma Integralia hizo un cálculo de su valor en dinero: 60 mil millones de pesos. Considerando que la inflación acumulada de entonces hasta ahora es de 30 por ciento, el costo de esos espacios en este 2021 habría sido de 78 mil millones como mínimo.

¿Porqué tendrían que ser las empresas de medios que pagan impuestos, el refrendo de sus licencias de transmisión incluso antes de que generen ganancias y dan empleo a miles de mexicanos, las que paguen el costo de la tan defendida equidad en la presencia de políticos y partidos en la radio y la televisión? ¿No tendría que ser la competencia natural de la democracia la que les haga ganar recursos y espacios?

El esquema actual es tan desacertado que los partidos retacan los espacios en medios con spots de muy baja calidad que además facturan en cantidades millonarias con mensajes insulsos y guerras sucias mientras lo primero que olvidan son las propuestas y el proyecto del país.

¿Qué hacen entonces con todo el dinero que reciben? No queda del todo claro. Por el contrario, la cuenta pública de la elección 2021 documenta además omisiones y mentiras en los reportes de ingresos y gastos que desafían a los auditores a verificaciones exhaustivas, rebases en los topes de campaña y hasta violaciones claras en la propaganda hasta en veda electoral.

Esas son las cuestiones que discutir en una reforma. No solo es cambiar o no a consejeros y magistrados. ¿En dónde están los partidos, sus dirigentes y militantes cuando sucede un desastre o hay que entrar a los temas de fondo que importan y afectan a la ciudadanía?

Hay que discutir de fondo el resultado de una consulta que costó 500 millones de pesos con una participación del siete por ciento del electorado y los 5 mil millones que implicaría otra sobre la revocación de mandato. ¿Son realmente mecanismos que abonen al fortalecimiento de nuestro sistema democrático?

Y no olvidemos el futuro que ya nos alcanzó. Más tecnología que haga más eficiente, confiable y barata la democracia. ¿Urna electrónica? ¿Menos burocracia? Sí, es necesaria una reforma electoral.

POR ADRIANA DELGADO RUIZ

@ADRIDELGADORUIZ

 

 

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