El pan de la libertad

Sacerdote Daniel Valdez García

Hermanas y hermanos en Jesucristo, “Pan de la libertad”,

Les saludo este domingo XIX del tiempo ordinario y hoy 8 de agosto felicitemos a quienes llevan el nombre de Domingo, pues celebramos a Santo Domingo de Guzmán, fundador de las comunidades de vida consagrada de los dominicos.

Hoy proporciono una reflexión puntual, insistiendo que la verdad proclamada en el evangelio no se negocia con nadie, pues Jesús mismo es el evangelio del Padre, él y solo él es el Pan de la llibertad verdad.

Las lecturas de este día nos hablan de cómo Dios dio al profeta Elias una comida que le permitió caminar lejos de la persecución de la reina Jezabel, San Pablo en la carta a los Efesios nos habla de esa novedad vivida en el devenir de cada día superando las estructuras de pecado que nos esclavizan tanto como las actitudes de autosabotaje que acomplejan y traumatizan a la persona misma. Y el evangelio de San Juan, que estamos leyendo por cuatro domingos sobre el Pan de Vida nos refiere a Jesús que 800 años después dio al pueblo judío el verdadero pan de la libertad.

Recién ordenado diácono el julio de 1993, celebrando el santo jubileo en la cárcel, durante la procesión con el santísimo sacramento, llegue hasta las celdas de castigo y el custodio no me permitía pasar. Yo le dije que sólo entraría yo con el santísimo Sacramento para dar la bendición a la única persona que estaba en esa área. Y así fue. Al fondo solo había una mujer que me decía: “¿Cómo entró?, y yo le dije que le traía el “Pan de la libertad”; si crees serás libre, porque la peor cárcel es la desesperación, la angustia la peor enfermedad. Le di la bendición y protegí. Unos años después, estaba yo en un centro comercial, y desde la parte superior de la escalera eléctrica una mujer gritó: “Padre Daniel”. Bajo y frente a mí, me preguntó: ¿Me reconoce?, yo dije: Si, el Pan de la libertad. Y me dijo: si. Creí y libre fui. Le di la bendición y me retiré.

– [ ] Así el pueblo judío, que vivía en la esclavitud de a Egipto alcanzó el pan de la libertad, pero que era caduco por ser el Maná. Profeta Elias le sirvió para librarse de la amenaza de la reina Jezabel. Y San Pablo nos da la pauta para entender que el pecado enferma, los traumas favoreces los complejos y las frustraciones angustian. Y todo eso pueden ser mecanismo de autosabotaje haciéndonos esclavos de nosotros mismos. Solo el Pan de la libertad, que es Jesús, Hijo de Dios es la garantía de la eternidad, nuestro Pan de la libertad.
Esta reflexión la escribí escuchando el tema de Vapensiero, el canto de la libertad de la obra Nabuco de Verdi. Comparto la liga:

NOTA: No tengo permiso de la letra u la música.

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