Por: Ricardo Nahúm De la Puente Navarrete
Así explicó y justificó Díaz Ordaz la designación de Luis Echeverría como su sucesor:
“Supongamos que vamos en un automóvil por un camino encumbrado, y de repente nos asaltan unos bandidos sin escrúpulos. En el coche viaja conmigo Antonio Ortiz Mena: se esconde cuando nos conminan a descender del vehículo y desaparece de la escena. Me acompaña Emilio Martínez Manatou, quien sugiere a los asaltantes que no me pidan dinero a mí, sino que se entiendan mejor con él; igual muy pronto será más rico y poderoso. Alfonso Corona del Rosal, por su parte, empieza a negociar con los maleantes y a proponerles diversos tratos que oscilan entre la audacia y lo inconfesable. Sólo Luis Echeverría salta del carro, confronta a los forajidos y les advierte: “Lo que es con él, es conmigo” (Jorge G. Castañeda (1999): La Herencia. Arqueología de la sucesión presidencial en México. México: Extra Alfaguara, 550 págs.)
Dicha decisión, que bien sabía Díaz Ordaz era la más importante de su vida y que después expresaría su arrepentimiento de la misma, es la determinación que no ha dejado dormir a la gran mayoría de los Presidentes mexicanos. Ha habido dos mecanismos para ello: por descarte o por elección, es decir, o se elige al sucesor por ser la única opción viable (El ingenioso Porfirio Muñoz Ledo acuñó la frase: “la única carta restante”) o se elige al que estuvo en firme y claro en la mente y corazón del Presidente desde el primer día de su mandato.
Hoy, sorprendentemente, estamos hablando de sucesión presidencial a la mitad del sexenio de un Presidente que ganó sin discusión en las urnas, que gusta de centralizar el poder y la atención, y que parecería cuenta con un “bono” de aceptación de la población en general (58%). Por ello, no nos queda de otra que concluir que se trata de un distractor mediático; uno más sumado a la Consulta Popular del próximo 1 de agosto, al penoso ejercicio del “quién en quién en las mentiras de la semana”, la revocación del mandato y los que se acumulen. Aun así, veamos a los encartados…
Ante la pregunta en la mañanera de quién podría sustituirlo mencionó a los siguientes: a la jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum; al canciller, Marcelo Ebrard, al embajador mexicano ante la ONU, Juan Ramón de la Fuente; al embajador mexicano en Estados Unidos, Esteban Moctezuma; a la secretaria de Economía, Tatiana Clouthier; y a la secretaria de Energía, Rocío Nahle. Llama la atención que en varias ocasiones no ha enlistado al líder de la mayoría en el Senado, Ricardo Monreal.
Al respecto las siguientes consideraciones-reflexiones:
- Todo cambió para que todo siguiera igual. El método del “dedazo” no se fue, por el contrario, al adelantar el proceso sucesorio manda un mensaje fuerte y claro a sus huestes: “YO controlo todos los tramos del proceso rumbo a 2024 y YO seré el fiel de la balanza”.
- Claudia Sheinbaum como Marcelo Ebrard sí quedaron políticamente tocados por la tragedia de la Línea 12 del Metro. Si algo no se le puede negar al Presidente es su extraordinario olfato político, por lo que, al mostrar otras posibles cartas, quita presión a los que parecían sus delfines más claros. No tengo dudas, su corazón se encuentra con la Jefa de Gobierno, pero sabe de la valía y lealtad probada del Canciller (recordemos que en 2012 Ebrard se bajó de la contienda presidencial por AMLO), por lo que la lucha está [¿o estaba?] entre ellos dos. Bien decía Winston Churchill que en la guerra solo te pueden matar una vez, pero en política muchas veces, así que ya veremos…
- Tras darse a conocer un video donde otro hermano del Presidente, Martín Jesús López Obrador, fue grabado en 2015 recibiendo 150 mil pesos, todos aquellos que, al igual que la anécdota del carreterazo de Díaz Ordaz, salten y digan: “Lo que es con él, es conmigo” y sea creíble para el Presidente, ese podría ganarse el favor del líder. Ya veremos cuántos zalameros tendrán que romper lanzas con la esperanza de agradar al Jefe de la banda.
- Ricardo Monreal, al ser un político experimentado, sabe que tender puentes y no dinamitar opciones le permitirá alcanzar su aspiración presidencial, por lo que nadie debería descartar verlo liderando un bloque opositor en 2024.
- Parafraseando a Maquiavelo, el Príncipe no admite sombra, así que probablemente ninguno de los encartados sea el bueno, una suerte de “tapado” pero al revés. Así pues… que inicien las quinielas.
Una preocupación… el Art. 82 de la Constitución, fracción V
Que a la letra dice: “Para ser Presidente se requiere: […] V. No estar en servicio activo, en caso de pertenecer al Ejército, seis meses antes del día de la elección”.
Recordando a Manuel Gómez Morín, quien afirmaba que “el bien, mal hecho, mata la esperanza”, hoy nos damos cuenta, no sin pesar desde luego, que la autodenominada Cuarta Transformación no aterrizó y sería prácticamente imposible entregara un mejor México que el que recibió en 2018, por lo que podrían abrirse puertas indeseables y peligrosas para la democracia y las libertades.
A pesar de que en campaña fue una voz estridente contra la militarización, hoy el Presidente López Obrador ha convertido a las Fuerzas Armadas en su brazo derecho (ONU y Amnistía Internacional, mediante varios informes, han prendido alarmas al respecto), por lo que un país que ya probó con el PAN, regresó al PRI y que irremediablemente estará desilusionado con Morena, podría ser seducido por una opción que prometa fuerza y eficacia.
Para muestra un botón: hoy, a pesar de que la Guardia Nacional, por definición es una policía civil, es dirigida y manejada desde el inicio por militares (en retiro, pero eso simplemente son formalidades).
Finalmente, sirva este espacio para dejar un exhorto a la clase política… Aunque no sea parte de la estrategia de Palacio Nacional, es tiempo de dejar atrás el tema electoral, ya habrá momento de decidir quién tomará las decisiones del 2024 al 2030, hoy toca el turno de dialogar y establecer sobre qué cuestiones se tomarán las decisiones, los grandes problemas nacionales y los mexicanos no pueden esperar más. Mientras todos ven a los payasos del circo y al gritón de la carpa, México sufre a costa de la improvisación, el descuido, la incompetencia y la falta de profesionalismo. Urge nos volvamos a sentar, definamos los temas y los cómos para resolver las dolencias nuestro país.
*El autor es Politólogo (UAEMéx), Maestro en Gobierno y Políticas Públicas (UP), y cuenta con estudios de Doctorado en Administración Pública (Anáhuac).
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