La mayoría de los políticos que arriban al poder no saben o no han querido darle su lugar al servidor público municipal auténtico, al trabajador que presta los servicios municipales, porque cuando se sientan en la silla del poder, lo primero que hacen es correr a los más vulnerables para contratar a sus incondicionales, además de sobrecalentar la nómina con operadores a modo, familiares y políticos que nunca harán nada para elevar la calidad de los servicios municipales, contraprestación al pago de los impuestos a que está obligado el gobierno en este ámbito y que son, de principio a fin, la misión de la administración pública municipal.
En los ayuntamientos, sindicalización y servicio profesional de carrera deben ir de la mano porque en la práctica, quienes integran estos gremios son los servidores públicos que están sosteniendo los servicios que prestan las administraciones municipales –desde luego, siempre y cuando sean muy pocos los comisionados en áreas distintas a la gestión gubernamental–.
Cada tres años son numerosas y escandalosas las bajas y altas de personal porque los elegidos en las contiendas electorales arriban al palacio municipal, no sólo con un equipo técnico ejecutivo de mandos medios y superiores de confianza, sino que llegan con cientos y miles de personas que como personal langosta se constituyen en una peligrosa plaga que devora el presupuesto público municipal al concentrarlo en exceso en el rubro de servicios personales.
El personal langosta jamás llega a servir a las ciudadanas y ciudadanos, al contrario, llega a servirse de la ciudadanía, por ello, es necesario fortalecer los controles gubernamentales para evitar que los alcaldes, síndicos y regidores sigan inflando las nóminas con sus amigos, parentela y compadres.
En muchos países desarrollados, diputados y ministros tienen menos personal que el que es autoasignado a los alcaldes, síndicos y regidores, donde cobran esposas y esposos, madres y padres, hijos e hija, amantes y novias, así también, comadres y compadres.
En las organizaciones donde se propicia y fomenta el servicio civil de carrera, la estabilidad y superación cotidiana de los trabajadores puede hacer que las decisiones de políticas públicas sean menos cortoplacistas y más apegadas a responder y dar soluciones a los problemas de los municipios.
Cuando se aprecia y valora a los servidores públicos de base y a los sindicalizados, lo más probable es que la calidad, calidez y cobertura de los servicios públicos eleve sus estándares.