Creo que uno de nuestros mayores defectos como país en lo que a vida ciudadana se refiere, tiene que ver con el poco, a veces nulo aprecio que sentimos los mexicanos por nuestras instituciones. Es cierto que son imperfectas y que en muchas ocasiones nos quedan a deber, pero eso no debería ser una razón para despreciarlas sino para trabajar por su mejoramiento.
La que sin duda es la gran institución del México moderno, pese a todos los yerros y defectos que pueda tener, y tiene, es el INE. La llamada joya de la corona, es eso precisamente, una joya, un patrimonio de todos los mexicanos, puesto que es fruto del trabajo de toda una generación que luchó porque nuestro país gozará de elecciones libes, democráticas y que existiera un árbitro que las vigilara.
El constante asedio que vive el Instituto desde hace algunos años y que le llega desde diversos frentes no debería pasar desapercibido para nosotros los ciudadanos. Denostar o menospreciar la labor del INE en lugar de colaborar en su perfeccionamiento es un atentado contra los mexicanos y contra nuestra democracia.
Por ello, no podemos tolerar este tipo de actitudes que nos orillan al pasado. No podemos permitir que se siga denostando por denostar y que nuestra autoridad electoral, sí, imperfecta, que si antes era débil, ahora penda de un delgado hilo que se mueve al vaivén de los caprichos y exabruptos de las cúpulas políticas.
En ese sentido, cualquier regresión es un salto al vacío, es desconocer por lo qué generaciones de mexicanos han luchado, curiosa y particularmente la izquierda mexicana, que hoy se siente agredida por la existencia de reglas e instituciones que ella misma impulsó, cuando era oposición.
La democracia no puede ser rehén de coyunturas políticas y aventuras oportunistas; la democracia no puede convertirse en tema de debate ni de incertidumbre, la democracia mexicana y sus instituciones, costosas quizás, gigantes también, pero a fin de cuentas reflejo del tamaño de las dudas que nos generaban los procesos electorales, son necesarias y su perfeccionamiento debe ser el fin deseable de cualquiera que ostente el poder.
Los próximos meses serán complicados para nuestro país y creo que nuestro deber como ciudadanos debe ser el de velar por nuestra autoridad electoral y no dejar que los discursos demagogos y manipuladores sobre nuestras carencias, nos impidan evitar retrocesos que nos costarán muy caro a todos.
El INE nació vía mandato constitucional y eso es lo que más debe movernos a defenderlo, puesto que el órgano es el responsable de defender nada más y nada menos que nuestro derecho a elegir libremente, que no se nos olvide que esto por sí mismo es algo que los mexicanos debemos valorar siempre; el INE, hoy más que nunca, nos pertenece a los ciudadanos.