El autismo es el más conocido de los Trastornos Generalizados del Desarrollo (TGD), de acuerdo con el Centro Estatal de Vigilancia Epidemiológica y Control de Enfermedades (Cevece) que por este motivo también se denominan Trastornos del Espectro Autista (TEA), y son considerados trastornos neuropsiquiátricos que presentan una gran variedad de manifestaciones clínicas y causas orgánicas, afectando de forma diversa y con distinto grado de intensidad a cada individuo, sin embargo el acompañamiento de animales en terapia puede contribuir a disminuir ansiedad y estrés.
Este trastorno suele manifestarse antes de los 3 años, sin embargo existe un conocimiento profundo que en algunos casos contribuye a una detección tardía del mismo, se estima que afecta uno de cada 115 años en México.
Es importante destacar que ninguno de los trastornos del espectro autista tiene cura. Todas las terapias están enfocadas a la paliación de los síntomas y a la mejora de la calidad de vida del paciente.
La terapia con perros de asistencia tiene como finalidad estimular al niño, ayudarlo a integrarse paulatinamente a la sociedad para desarrollar carácter y posición en el medio en que se encuentre; también cumplen un propósito educativo, ya que enseñará al niño a desenvolverse, al mismo tiempo que lo motiva y refuerza su conducta.
Las mascotas destinadas para contribuir en la terapia con menores, requieren una valoración especial previa, además “es importante que el perro destinado sea dócil, amistoso y por otro lado tenaz para orientar al niño”
La convivencia diaria genera confianza entre el niño y el perro, es “capaz de enseñarle conductas como cruzar la calle y atender a situaciones que antes no percibía. Para que un perro se encuentre en óptimas condiciones, debe mantenerse fuerte y sano; alimentarlos con productos altos en nutrientes y ricos, los mantendrá alerta para desarrollar sus funciones”.
El perro servirá de apoyo para que los niños no escapen ante una situación incómoda. El autismo puede provocar irritabilidad cuando algo inesperado sucede; gracias a la presencia del animal de compañía se transmite seguridad y una mayor tolerancia a la frustración.
Los infantes con este padecimiento suelen tener una mayor dificultad para relacionarse de forma tradicional; la presencia de un perro mejora gradualmente su respuesta ante los demás, logrando un mayor acercamiento y empatía con quienes le rodean; al mismo tiempo ayudan a mejorar sus habilidades sociales, aumenta su atención, comunicación y concentración.
Además pueden ayudar a tener una mayor tolerancia a algunos estímulos como el ruido o las luces, provocan movimientos, posturas o voces repetitivos (esteriotipias).
Los perros al ofrecer otra alternativa sensorial, los pacientes logran desarrollan un mayor control de su cuerpo. Un perro de asistencia en la vida de los niños autistas puede ayudar a mejorar el sueño, disminuir la ansiedad y el estrés.