Rubén Aguilar Valenzuela
Las proyecciones de distintos organismos plantean, que la recuperación del PIB al nivel del 2019 se podrá lograr hacia el 2024 ó 2025. Dentro de cinco o seis años.
La recuperación del mercado laboral será todavía más lenta, porque el efecto de la crisis va a perdurar por un tiempo. Las familias para enfrentarla se ven obligadas a deshacerse de ahorros y activos acumulados por años.
En la crisis de 2009 se disparó la pobreza laboral y pasaron 10 años, hasta 2019, para volver a los niveles anteriores. Algo peor va a ocurrir en esta ocasión por la profundidad de la crisis.
El porcentaje de la pobreza extrema era del 16.8 % en 2018 y en 2020 es de 25.3 %. Un crecimiento de nueve puntos, de acuerdo al Coneval.
La pobreza por ingresos que en 2018 era de 48.8 % se elevó al 56.7 % casi ocho puntos más. En total la pobreza en números absolutos creció en 10.7 millones de personas.
El crecimiento de la pobreza por ingresos y la pobreza extrema impacta a la educación, la salud, la nutrición. En estos y otros rubros el efecto negativo será de largo plazo.
La suma de todas las transferencias monetarias que realiza el gobierno en 2018 alcanzó un punto porcentual del PIB. En 2019 fue de 1.5 y en 2020 de 1.7 %.
Porcentajes modestos, a pesar del crecimiento, con relación a la inversión de otros países de la región que destinan entre el 2.0 % y el 4 % del PIB.
La crisis provocada por la pandemia y el manejo que el gobierno ha hecho de la misma golpea con mayor fuerza a los jóvenes en edad laboral en áreas urbanas.
Para el caso de México la reducción de los niveles de pobreza de la población no depende de las transferencias monetarias del gobierno sino del crecimiento de la economía.
El trabajo informal, fenómeno estructural al modelo económico de México, frena el crecimiento de la economía y el desarrollo del país.
La política social y económica debe integrar a los sectores más pobres y vulnerables a la economía formal, para que con sus propios medios salga de la situación en la que se encuentra.
Todos los especialistas coinciden que el efecto de la crisis provocada por la pandemia, para el caso de México se agrava porque no hubo una política anticíclica como sí sucedió en otros países de la región.
La inversión del gobierno mexicano, para proteger el empleo y evitar la caída de la actividad productiva fue de menos del 1.0 % del PIB contra el 12 % en el caso de Brasil y Perú. La de México es una de las más bajas del mundo.
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