Vecinos distantes

Biden ha dicho que Estados Unidos está de regreso, con todo lo que ello implica, luego del periodo de Trump, cuya política exterior se desentendió del tradicional liderazgo global norteamericano. En lo que respecta a la relación bilateral con México, ya en la era de López Obrador, Trump optó por establecer acuerdos que ayudaron al diálogo entre México y Washington: nuestro país pagaría el muro y además se convertiría en guardián de la frontera sur con el fin de evitar el arribo a Estados Unidos de migrantes centroamericanos. Bajo esta dinámica, cualquier otro tema perdió relevancia salvo la aprobación del T-MEC.

Pero ahora las cosas son distintas.

El Presidente de Estados Unidos, experimentado y conocedor, con una agenda clara de prioridades, está reconstruyendo en pocas semanas las capacidades de la administración pública en Estados Unidos, usando como punta de la lanza una campaña masiva de vacunación que, para el verano, habrá librado casi por completo del Covid a nuestro vecino. Del mismo modo, ha convertido en ejes centrales de su agenda al cambio climático y la migración, regresando al debate público el programa político de la administración de Obama.

En este contexto, la reunión del pasado lunes entre los presidentes de México y Estados Unidos no pareció ser sencilla; México llegó al encuentro con una serie de propuestas y solicitudes que sugieren que el presidente López Obrador tenía altas expectativas sobre la reunión. Sin embargo, la agenda de la cuarta transformación se ha ido alejando y ha alejado a México del escenario que había tomado con naturalidad en las últimas dos décadas. Para el gobierno del Presidente López Obrador la globalización y los asuntos que están fuera de la frontera no son relevantes.

La regresión energética que se ha aprobado en el poder legislativo, es una ruta de coalición segura con la agenda, ya no solo de la región, sino global, y a eso hay que agregar los tratados comerciales que podrían verse comprometidos con la aprobación de esta reforma. Por otra parte, la aparente complacencia contra los grupos criminales ha encendido alarmas en Estados Unidos y los ataques cotidianos a la prensa no deben ser bien vistos del otro lado de la frontera. Antes de la reunión, el gobierno de México anticipó su deseo de solicitar ayuda con las vacunas y la respuesta fue categórica, inmediata y desconcertante.

No hubo ni la más mínima señal de empatía sobre el asunto, y a diferencia de la reunión entre Biden y Trudeau la semana pasada, donde ambos países celebraron su alianza, el encuentro de este lunes tenía antecedentes complejos: Assange, la salida de agentes de la DEA, el caso Cienfuegos, la reforma eléctrica, los guiños a China y Rusia y claro, la tardía llamada para reconocer el triunfo de Biden.

El Presidente López Obrador necesita en su narrativa cotidiana la existencia de nuevos enemigos, porque los que tiene en México ya no pueden ni levantar los puños, están aniquilados; por lo que independientemente de sus cálculos políticos, la relación con Estados Unidos en un momento en el que el crecimiento de aquel país se convertirá en nuestro boleto de salida de la crisis económica, sugiere que necesitamos de cooperación y colaboración por sobre todas las cosas en el ámbito de la relación bilateral. Hay que entender que en Estados Unidos las reacciones podrían ser más institucionales y menos viscerales que los tuits de Trump.

En ese sentido, aunque Biden se mantenga enfocado en recobrar el liderazgo de su país en el mundo, no podrá cerrar los ojos ni dejar de escuchar lo que pasa al sur de la frontera, donde la polarización y el ruido generado por las nuevas decisiones en política económica, alejan a México de aquella imagen de país que seguía la receta al pie de la letra para estar en el club de confianza: el México de hoy está viviendo un momento diferente, con una visión distinta y con un liderazgo que en muchos sentidos se aleja de la agenda de nuestro principal socio comercial y del mundo.

En la reunión de este lunes, al menos en el discurso, parecería que la relación bilateral tiene muchos retos que superar; ojalá que los desencuentros en temas económicos, energéticos y ambientales no provoquen una relación distante con nuestro vecino.

 

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