Por Adriana Delgado @AdriDelgadoRuiz
En la década de los 90, si bien se abrieron muchos sectores a la inversión privada, fue con sobrerregulaciones que distorsionaron el mercado
En serio, ¿Qué es ser neoliberal? Escucho esa palabra frecuentemente entre políticos como una etiqueta y casi como un insulto de quienes militan en grupos que se hacen llamar de izquierda hacia quienes creen en la competencia y el libre mercado.
El término es una falacia por dos razones. Una es que la búsqueda de la libertad no es nueva en ningún sentido. El llamado neoliberalismo, nombrado así en 1938 por Alexander Rüstow, sólo retoma la doctrina del liberalismo clásico y la replantea en el sistema capitalista. Otra es que en América Latina el concepto nunca ha sido real porque nunca ha habido un verdadero mercado libre.
En los 90, si bien se abrieron muchos sectores a la inversión privada, fue con sobrerregulaciones que distorsionaron el mercado. Aun a la fecha, emprender cualquier negocio pasa por océanos de trámites. Los controles estatales siguen siendo tan grandes que cierran la puerta a la verdadera competencia. Una cosa es el funcionamiento del liberalismo económico y otra que políticos sin ética hayan abusado del poder y generado esquemas de corrupción.
Quienes plantean una regresión al proteccionismo y el estatismo son neosocialistas. La experiencia arroja muchas lecciones sobre la ineficiencia de un Estado empresario. En 1988, el gobierno mexicano era el propietario de mil 155 negocios entre los que no solo había empresas de sectores estratégicos sino hasta fábricas de bicicletas, cines, hoteles y centros nocturnos que no reportaban utilidad alguna y operaban con absoluta opacidad.