Las leyendas son relatos que se transmiten de generación en generación a través de la palabra hablada, y en menor medida a través de los textos. Son narraciones que pueden incluir elementos y personajes históricos, fantásticos o sobrenaturales, que interactúan con las personas e impactan los fenómenos de la vida cotidiana. Estas tienen como función el explicar situaciones humanas o de la naturaleza, y tienen la facultad de representar parte importante de los imaginarios, los valores y las convenciones sociales.
Por lo mismo, las leyendas varían de acuerdo con el lugar donde emergen y la cultura que las transmite. En las leyendas mexicanas podemos encontrar un amplio repertorio de imágenes simbólicas y representaciones míticas que cumplen funciones sociales importantes. Aunque existen muchas más, a continuación presentamos algunas leyendas cortas del folclor mexicano.
- La llorona
Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo existió una mujer que, en un intento de vengarse del hombre que amaba, asesinó a sus hijos ahogándolos en un río. Inmediatamente después se arrepintió, y ante la culpa decidió suicidarse.
Desde entonces, vaga por las calles de distintas ciudades al caer la media noche (especialmente se aparece cerca de lugares donde hay agua), y repite sin cesar “¡Ay mis hijos!”. Por esto es conocida como “La Llorona”
Las raíces de esta mujer, y los motivos que la llevan a vengarse, varían de acuerdo con la versión. Así mismo hay quienes cuentan que se trata de una mujer que se aparece específicamente a hombres borrachos y a través del susto les castiga.
- El Popocatépetl y el Iztaccíhuatl
En el centro de México existen dos volcanes que se llaman Popocatépetl e Iztaccíhuatl, tal como habían sido nombrados un guerrero azteca, y la hija de uno de los jefes, respectivamente. Popocatépetl tuvo que ir a la guerra, pero le prometió a Iztaccíhuatl que volvería tan pronto como fuera posible.
No obstante, otro guerrero que los había escuchado y también se encontraba enamorado de la hija de jefe, le hizo saber a Iztaccíhuatl que Popocatépetl había muerto en combate, aunque esto no había ocurrido. Fue tanta la tristeza que Iztaccíhuatl decidió quitarse la vida, y cuando Popocatépetl regresó y no encontró a su amada, hizo lo mismo. En un signo de estremecimiento, los dioses decidieron reunirlos de nuevo en la forma de dos grandes volcanes.
- El callejón del beso
Esta leyenda, típica de la ciudad de Guanajuato, cuenta que un padre receloso habían separado a su hija Carmen de su enamorado. A tal punto le disgustaba el vínculo amoroso, que le prometió casarla con otro hombre, más rico y prestigioso, que vivía fuera de país. Antes de cumplir con ello, encerró a la hija en una de las típicas casas de la ciudad, que se caracterizan por encontrarse en alto y una muy cerca de la otra, divididas únicamente por un pequeño callejón.
Para fortuna de los enamorados, la ventana de la habitación de Carmen colindaba con la de una casa en venta, que fue rápidamente adquirida por el enamorado, como única solución para su reencuentro. Así los enamorados pudieron estar juntos nuevamente.
Pero, poco después, fueron descubiertos por el padre, quien presa de la furia, clavó una navaja en el pecho de su hija. Su amado solo pudo darle un beso de despedida. Desde entonces, este callejón ha sido bautizado como el callejón de beso, y es tradición para las parejas que lo atraviesan besarse ahí mismo.
- El colibrí maya
Dicen cuando los dioses mayas crearon la tierra, a cada animal le asignaron una tarea determinada. Pero, al terminar, se percataron de que no había quien transportara las ideas, los pensamientos y los deseos entre unos y otros.
Encima se habían terminado el barro y el maíz, que son los materiales con los que habían originado el resto de las cosas. Sólo les quedaba una pequeña piedra de jade, por lo que decidieron tallarla y crear una pequeña flecha. Cuando finalizaron soplaron sobre ella y salió volando. Habían creado así un nuevo ser, al que llamaron x’ts’unu’um, que significa colibrí.
- La Mulata de Córdoba
La Mulata de Córdoba fue una mujer condenada a la hoguera por el Santo Oficio, cerca de la costa al este de México. Se le atribuía el poder de la eterna juventud y ser la abogada de los casos imposibles, como los de obreros desempleados y mujeres solteras. Se encontraba siempre rodeada de hombres que con facilidad se enamoraban de ella y perdían el camino de la rectitud. Ante todo lo anterior, decían que tenía pactos con el diablo y que incluso lo recibía en su propia casa.
Hasta que fue detenida por el Tribunal de la Santa Inquisición, siendo acusada de practicar la brujería y de haber llegado en un barco que no había atracado en ninguna playa. Una noche antes de cumplir su condena y mientras se encontraba en una celda, solicitó que le llevaran un trozo de carbón, con el que dibujó un barco y pudo volar fuera de las rejas. Al llegar, los guardias sólo pudieron encontrar un olor a azufre, cuya existencia se relata hasta nuestros días.