Después de 21 días de protestas en contra de Evo Morales, el entonces presidente de Bolivia, el 10 de noviembre del año 2019 tuvo que renunciar a su cargo y huir de su país, debido a que el Ejército le había retirado su apoyo.
Estas protestas fueron originadas por la intención de Evo Morales de “perpetuarse” en el poder para un cuarto mandato, originado por una sentencia del Tribunal Supremo Electoral de Bolivia y por unas elecciones que, de acuerdo con la Organización de Estados Americanos -OEA-, con el liderazgo de su Secretario General Luis Almagro, habían sido desarrolladas con diversas irregularidades que hacían dudar de la legitimidad de la victoria de Morales.
Dadas las circunstancias, se formó un gobierno provisional que se encargaría de organizar nuevas elecciones generales. Y justo esas elecciones fueron llevadas a cabo el pasado domingo 19 de octubre, elecciones en las que ganó justamente el partido de Evo Morales: “Movimiento al Socialismo”.
El liderazgo de Almagro ha sido peculiar, eso es verdad, pero también le ha dado a la OEA un impulso que no tenía desde hace años a la sombra de Estados Unidos. ¿Podemos afirmar que por una vez en muchos años la OEA sirve para algo? Como por ejemplo el impulso de la NO reelección “perpetua” en la región.
Puede gustar más o menos el estilo de Almagro, pero lo que si percibo es que el liderazgo de la OEA se hace más necesario con la llegada de gobiernos potencialmente autocráticos, tanto de derechas como de izquierdas en América Latina.
En la sesión plenaria de la Asamblea General de la OEA, de este pasado 20 octubre de manera virtual, el gobierno de México, a través del Subsecretario para América Latina y el Caribe de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), Maximiliano Reyes, cuestionó la autoridad moral de Almagro para dirigir a la OEA debido a que señaló que utilizó de manera “facciosa” a la Organización al señalar el supuesto fraude llevado a cabo en las elecciones que “ganó” Morales en el año 2019.
Sin duda el gobierno de México a dado un giro de 180 grados a su política exterior en la región y en particular frente a la OEA, contrario justamente al posicionamiento de la pasada administración que cuestionó duramente el gobierno del venezolano Nicolás Maduro. Hoy, es todo lo contrario y México se aleja en cierta medida de los valores democráticos, “escudándose” en el principio de no intervención.
El gobierno de México debería reformular su política exterior si no quiere que TODOS los mexicanos seamos mirados como los hermanos “mayores” y del Norte que siempre han mirado hacia otro lado frente a actos como menos, muy cuestionables. El silencio frente a injusticias y actos antidemocráticos es complicidad.