Estados Unidos al borde

Estados Unidos al borde

A mediados de 2015, cuando el empresario neoyorquino y estrella de los shows televisivos Donald Trump, hacía publicas sus intenciones de llegar a la Casa Blanca -con un discurso xenófobo, populista y antisistema- nadie imaginaba en lo que la política estadounidense iba a convertirse. Desde su triunfo en 2016, la avalancha Trump ha dejado a la otrora “ejemplar” democracia estadounidense, pendiendo de un hilo y en franca decadencia.

El último y preocupante ejemplo fue el primer debate presidencial entre el aspirante demócrata Joe Biden y el inquilino de la Casa Blanca. El espectáculo fue sencillamente grosero. Aquello no fue un debate sino una grotesca demostración del deterioro político que vive nuestro país vecino y principal socio comercial. No hubo intercambio de ideas, ni diálogo, ni propuestas. Lo que vimos fue a Donald Trump siendo él mismo, en una de sus más desagradables facetas y a un Biden que apenas si podía resistir los furibundos embates de su rival.

El espectáculo de más de noventa minutos fue un desastroso intercambio de arengas y ataques, protagonizados principalmente por Trump, cuya estrategia era interpretar el papel que mejor le funciona, el de bully. Constantes interrupciones a su oponente, evasión de preguntas y espaldarazo a los supremacistas blancos fueron parte de la brillante actuación del presidente. Por su parte, Biden, un poco tibio, se limitó a neutralizar los ataques de Trump, perdiendo así la oportunidad de revirar al actual presidente con temas candentes como la evasión de impuestos exhibida por el New York Times.

El resultado de tan lamentable encuentro dejó a la comentocracia estadounidense, y a la del mundo, con un pésimo sabor de boca, al punto de que se llegó a discutir si era necesario un segundo debate. A tal grado llegó la conversación. Y no es para menos, sí, seamos francos, la política siempre ha tenido algo de espectáculo, pero el del primer debate fue vergonzoso y debería encender las alarmas sobre la calidad del debate público, no solo en E.U.A., tambieen en México y el resto del mundo.

La desastrosa experiencia de ese primer enfrentamiento obligó a la Comisión de Debates Presidenciales a ser más enérgica en las reglas de estos. Lo cual pudo observarse en el primer y único debate de vicepresidentes, protagonizado por la senadora por el estado de California y compañera de fórmula de Biden, Kamala Harris y el actual vicepresidente Mike Pence. En este segundo debate, por fortuna, se impuso un poco el orden y la civilidad que faltaron en el primero, aunque el intercambio de ideas y propuestas tampoco fue el mejor.

Estados Unidos no la tiene fácil. El país atraviesa por una profunda crisis social, económica y sanitaria cuyo actual presidente no parece tener intenciones de mitigar. Las elecciones del próximo 3 de noviembre pondrán a prueba a la primera economía del mundo; darle una segunda oportunidad a Trump cuya administración ha sido caótica o cambiar el rumbo y optar por Biden, que, si bien no es que levante mucho entusiasmo, es la única salida para un país, que como nunca antes, está en el borde.

 

 

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