El punto fino – Popularidad no es sinónimo de eficacia

Toda persona aspira a ser famosa, amada, querida, bendecida, bienaventurada o beneficiada con el cariño de los suyos y porque no, de extraños. Todos aspiramos a ser recordados de una manera favorable, eso es innegable. Sin embargo en muchas ocasiones ser popular no es sinónimo de ser una buena persona y hablando del ejercicio público, ser popular no precisamente es garantía de ser un buen gobernante y mucho menos de ser eficaz en el desempeño del cargo, y dadas las cifras de diversas encuestas de popularidad del titular del Ejecutivo Federal, justo es ese el caso mexicano.

A dos años de gobierno la popularidad del Presidente López Obrador demuestra que si bien ha tenido bajas significativas en imagen y credibilidad, también goza de una de las mejores evaluaciones y calificaciones de los últimos sexenios, eso es innegable. Pero innegable también es, que los tumbos y yerros del actual gobierno no se compadecen con la popularidad presidencial, es decir los resultados en el ejercicio público, no están a la altura de su imagen y popularidad, parece que los costos por la nula estrategia en seguridad, la caída de la economía, la mala gestión durante la pandemia, la escasez en medicamentos para niños con cáncer, los escándalos de corrupción de su hermano y diversos colaboradores, parecen no hacer mella en la popularidad presidencial.

En esta ocasión profundizaremos en un tema base del discurso presidencial: la corrupción, y por eso me referiré en especial al Índice de Estado de Derecho 2020 presentado por la organización internacional World Justice Project, una herramienta que proporciona un panorama completo del Estado de Derecho, y coloca a México en el lugar 104 de 128 países que fueron evaluados. Para ponerlo en contexto, de 30 países de América Latina considerados en el estudio, sólo cuatro están peor calificados que nosotros: Honduras, Nicaragua, Bolivia y Venezuela, estos tres últimos con regímenes nada envidiables.

Este índice se elabora con base en las experiencias y percepciones recabados a partir de 130 mil encuestas a población en general y 4,000 cuestionarios a expertos en justicia alrededor del mundo. Me centro en lo que reporta el índice acerca de la corrupción por ser este uno de los temas del discurso mañanero diario y para no variar, los datos contrastan con las declaraciones reiteradas de que su gobierno ya acabó con ella. Según este estudio, el problema de la corrupción ha crecido en el actual gobierno. México tuvo este año la peor calificación de la última década que nos coloca entre los últimos lugares en resultados para erradicar esta práctica. En 2015 estábamos en el lugar 88 de 102 países evaluados, hoy estamos todavía peor: en el lugar 121 de 128 países, sólo superados por Kenia, Madagascar, Bolivia, Uganda, Camerún, Camboya y República Democrática del Congo.

Esta semana el Presidente en su mensaje con motivo de su Segundo Informe afirmó que su gobierno no será recordado por corrupto, discrepo de su aseveración toda vez que por lo hasta ahora visto, es una falacia más que se busca construir en el inconsciente colectivo y pone en evidencia que en el combate a la corrupción hay un sesgo narrativo y explican porqué el Presidente se siente más cómodo anclándose al pasado para descalificarlo que asumiéndose en arquitecto de su destino y cimentar un legado palpable y no uno discursivo. En suma en un año y ocho meses de gobierno lo único que ha cambiado en el combate a la corrupción es el discurso que niega su existencia.

El punto fino es: Hasta cuando le alcanzará su popularidad al Presidente, tal vez ya sea momento de que el destino lo alcance y le de un golpe de realidad.

@Tobetogonzalez

Deja un comentario