El presidente de México presentó el pasado 1 de septiembre un mensaje con motivo de su segundo informe presidencial, informe que por obligación constitucional debe rendir a la nación y en particular presentarlo a los representantes del Congreso de la Unión.
El presidente repitió prácticamente lo que dice uno día sí y otro también en sus conferencias matutinas: el combate a la corrupción es una realidad, se acabaron los privilegios, las cosas han cambiado, primero los pobres. Señaló de manera “errónea” que la inseguridad ha disminuido, cuando en realidad no es así, de acuerdo con las cifras de su propio gobierno.
Pero hay un tema del que me gustaría tratar y que me parece relevante para efectos de un gobierno que lidera a un país de suma importancia para la escena internacional, esto es: la política exterior.
La política exterior es: la posición y la acción que un gobierno tiene frente a los demás países. Política que se convierte en clave cuando hablamos de un mundo globalizado. De ahí la trascendencia del tema.
El presidente mencionó y agradeció a los migrantes mexicanos en Estados Unidos, señaló que las remesas aumentaron un 10%, sin embargo, hay que aclarar como lo he dicho en otras ocasiones que, aunque esto es una buena noticia para los familiares de estos migrantes, no es un logro de este Gobierno, es un logro de los mexicanos en Estados Unidos, además resulta preocupante la alta dependencia de estos recursos para México. Dicho sea de paso, los mexicanos en el exterior votan, y esto desvela el carácter altamente politizado de su mensaje. Pero el tratamiento de este tema, no lo señaló en materia de política exterior de manera explícita.
Habló del TMEC y señaló que era importante sobre todo para las inversiones extranjeras. Justificó su visita a Washington como clave para la protección de los mexicanos en Estados Unidos. Cosa que, siendo autocríticos, la posición del presidente repitió la misma dinámica de sumisión que han seguido la mayoría de los presidentes de México, aún y cuando el presidente de Estados Unidos se ha cansado de ofender a los mexicanos.
Cuando habló explícitamente de la política exterior, el presidente no empleó más un minuto y su mensaje se limitó a repetir parte del artículo 89 de la Constitución y el lugar que ganó México en la votación del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas.
En el mensaje escrito, el presidente señaló tres puntos relevantes: migración, TMEC y organismos internacionales, en los que México ganó 41 posiciones. Sin embargo, esto me hace pensar que no existe en realidad política exterior más allá de Estados Unidos y, los espacios burocrático dentro de los organismos internacionales.
El presidente habló de inversión extranjera como una estrategia de crecimiento económico, sin embargo, esta inversión necesita de una buena política exterior que le de a México: prestigio, confianza, seguridad y estabilidad para los potenciales inversores.
El presidente debería ver un poco más allá de los Estados Unidos y percatarse que lo que envían los mexicanos desde el exterior, no debiera ser el comodín para las crisis, todo lo contrario, debería crear políticas públicas para ejercer el derecho a no emigrar.
Sino mira hacia afuera, insisto, más allá de Estados Unidos, estaremos destinados a lo mismo de siempre. Después de todo, la autoproclamada cuarta transformación es solo un nombre, una aspiración retórica que lleva más política electoral que política de estado o políticas públicas, ya ni hablemos de política exterior.
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