El Apocalipsis Australiano

En los meses de abril y mayo del 2019 en México, fuimos testigos de cómo nuestra calidad del aire se iba deteriorando, consecuencia de los incendios forestales que se presentan en gran parte del centro y sur de la república mexicana. Los reportes de la calidad del aire en la Ciudad de México y Zona Metropolitana eran de mala a muy mala, los registros del Índice Metropolitano de la Calidad del Aire (IMECA), indicaban que se rebasa las 150 unidades -lo que equivalía a fumar 40 cigarros al día-, entrando en una contingencia ambiental jamás vista.

Incendios forestales que tuvieron un gran impacto al medio ambiente: como la irreparable pérdida de la biodiversidad, la destrucción de suelos, disminución de la calidad del agua y de la atmósfera, siendo éstas las consecuencias visibles posteriores a un incendio. Ahora bien, después de extinguirse el fuego, la mineralización de la materia orgánica vegetal provoca una momentánea fertilidad del suelo, pero la gran mayoría de éstos nutrientes es muy volátil y pasan a la atmósfera o son disueltos por corrientes de agua, además, como efecto derivado de la combustión de las masas forestales, diversas partículas y gases, como el dióxido de carbono “CO2”, acaban en la atmósfera favoreciendo el efecto invernadero.

Desgraciadamente eventos de este tipo se han venido presentando a una escala global, y su secuencia es perturbadora: en Chile, enero del 2017; Portugal, junio y octubre de 2017; Sudáfrica, junio de 2017; California, en 2017 y 2018; México, 2019; Bolivia, en 2019; Australia, de noviembre de 2019 a la fecha.

Trágicamente Australia está viviendo una de sus peores temporadas de incendios forestales, alimentados por temperaturas récord y meses de duras sequías. El clima es una de las principales causas, particularmente un fenómeno conocido como dipolo del Océano Índico -niño indio-, que ha propiciado un período de calor y sequía nunca visto

En los últimos años Australia se ha vuelto más calurosa, en 2019 se estableció dos veces un nuevo récord de temperatura, el 17 de diciembre se alcanzó un máximo promedio de 40.9°C, y al día siguiente 41.9°C.

Sin embargo, algunos incendios comenzaron de forma deliberada, ahora enriquecidos por las condiciones climáticas y ambientales, dando como resultado hasta el momento más de cuatro millones de hectáreas consumidas -solo en Nueva Gales del sur-, 24 personas fallecidas, aproximadamente 500 millones de animales muertos y millonarias pérdidas materiales, así como el seguimiento de la presunta responsabilidad a más de 20 personas que supuestamente provocaron incendios forestales.

De forma apocalíptica, de continuar este megaincendio australiano se podrían generar las temidas “tormentas de fuego”, llamadas técnicamente pyrocumulonimbus o PyroCb, nubes generadas por la intensidad del incendio a capas muy altas de la atmósfera. Los vientos en esas tormentas llegan a ser tan fuertes que lanzan brasas e incluso pueden producir relámpagos sin lluvia que encienden nuevos fuegos más allá del frente del incendio. Tormentas que se daban con cierta rareza, pero que desde el 2017 se presentan con mayor normalidad, científicos afirman que es producto del calentamiento global.

En mi columna Llamas que extinguen la vida,  publicada por este medio el 16 de mayo del 2019, mencioné y advertí sobre los terribles daños que provocan los incendios en los ecosistemas, siendo la destrucción a la biodiversidad uno de los principales, recordemos que Australia junto con México es considerado uno de los países megadiversos y con un gran número de especies endémicas -únicas en el mundo-. La fauna australiana está sufriendo graves daños irreparables, ya se habla de extinciones locales de ciertas especies, y el resto de especímenes que ha sobrevivido refugiadas, o bien, que han logrado escapar y regresar a su nicho, se enfrentan a un proceso de regeneración complicado, ya que las condiciones de hábitat posteriores a un incendio no son nada prometedoras, siendo la cadena trófica la más perjudicada.

Si bien es cierto, los incendios forestales –de manera natural- han ocurrido siempre, y se consideran importantes para el funcionamiento de los ecosistemas, ya que enriquecen el suelo con minerales y ayudan a la regeneración de la materia vegetal, el problema ha surgido con el aumento en la cantidad de incendios, que sobrepasa la capacidad de recuperación natural.

El gobierno mexicano debe formular estrategias serias para la prevención y combate a incendios forestales, los acontecimientos vivos en nuestro país y el mundo entero, son una muestra clara de que ambientalmente vivimos una contingencia.

Las pérdidas ecológicas, sociales y económicas ocasionadas por un incendio forestal son considerables, la madera y sus productos derivados, desde papel, gomas, productos farmacéuticos, combustible, productos alimenticios, entre otros, ya no pueden aprovecharse, siendo las comunidades locales las más perjudicadas, recordemos que nuestras regiones con mayor pobreza y rezago social son aquellas con una gran riqueza natural. También el sector turístico se ve dañado, ya que pierde su atractivo, y la inversión para restaurar las zonas afectadas supone un gran gasto económico, aunado a la participación o voluntad política y social, que no siempre se ve recompensada.

El pesimismo no es una palabra que esté en mi vocabulario, pero si no sumamos esfuerzos “como sociedad”, nuestros días están contados, los efectos que las actividades humanas inconscientes le están provocando a nuestro planeta están marcando nuestra extinción como especie humana, debemos reflexionar y actuar ahora que tenemos tiempo, mañana será muy tarde.

La solución a los problemas ambientales no está en el Gobierno, o en el diseño de políticas innovadoras, la solución está en nosotros, como sociedad debemos tomar conciencia sobre los daños que de forma cotidiana e irresponsable provocamos a nuestro planeta, debemos exigir respeto por el medio ambiente y no contribuir a su deterioro, educa a tus hijos, enséñales a respetar la naturaleza y lo maravillosa que es, nos da tantos servicios de forma gratuita sin recibir nada a cambio, sin ellos, nuestra especie se condena a la extinción.

Que no quede en un dicho popular, “cuando veas las barbas de tu vecino afeitar, pon las tuyas a remojar”, México debe ser de hechos, actuemos ahora, y que lo que está pasando en Australia, no sea un espejo para nuestro México.

Antero Carmona

*El autor es Médico Veterinario por la UAEMex. Ambientalista, incansable difusor de la protección, conservación y desarrollo sustentable de los recursos naturales, y promotor del trato digno y bienestar animal.

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