CLARO Y DIRECTO

Columnista Daniel Valdez García

 

INTRODUCCION

Los términos «fama» e «infamia» a veces son usados por la gente indistintamente. Por eso es importante usarlos correctamente. Distinguir entre personas famosas e infames ayuda a no perder la perspectiva por mero sentimentalismo o revanchismo.

1. Crea fama y échate a dormir

Es importante que la investigación de paso a la socialización del conocimiento, de ahí que haya una importante divulgación sin excederse en el uso de términos técnicos de las diversas ciencias o no habrá instituciones y personas socialmente responsables.

Los escándalos y los abusos de la autoridad en turno no son novedad exclusiva de los últimos gobiernos en sus distintos niveles. Y a veces da la impresión de tener carta de identidad, por tal motivo se evitó que los virreyes tuvieses esposas, pues algunas de ellas favorecieron el tráfico de influencias. Es claro que el germen de la corrupción está latente en toda sociedad y solo necesita quién la incube sin distinción de raza, lengua, credo ni nación. Lamentablemente cuando no se quiere hacerse responsables se buscan incansablemente culpables.

Un pueblo ignorante siempre es manipulado por la élite gobernante, también es indudable que hay una nueva generación de la clase política, pero pesa demasiado el pasado y es difícil salir del engranaje que por tanto tiempo dio cabida a las estructuras de opresión y sin oportunidades a todo el pueblo. Para muestra basta el desempleo, el abaratamiento de profesionales y el avasallamiento de los llamados YouTuber e influencer y otras plataformas, incluso están en voga “los dinosaurios meme” pues hacen una denuncia paradójica de las profesiones y oficios en una “especie de extinción” porque aparentemente es más fácil y mejor pagado hacer lo que hacen los protagonistas del meta verso con sus habilidades cibernéticas que profesionales y maestros de oficios. Por cierto, la inmensa mayoría de los seguidores de esas nuevas maneras de hacer fama y dinero no llegan a los 19 años de edad, salvo la restricción de algunas app.

 

2. Fama e infamia

La lucha por el poder ha estado presente en todas las esferas y rubros de la sociedad porque el poder corrompe, y el no poder también.

Pongamos atención a los casos de los Borgia, apellido que evoca en la mayoría de las mentes imágenes de lujo, amoralidad, belleza, muerte por envenamiento, excesos, pasiones extremas y caro que también obsesión por el poder. Tampoco escapa el portugués duque de Braganza a quien el teatro en el siglo de oro de las letras españolas le dio por título a su actuar: “Fama e infamia”. Pero, también toda “leyenda dorada”, como ocurrió con Eva Perón en Argentina, llevándola al paroxismo de la admiración o la degradación.

Hoy por hoy, especialidades como “Mercadotecnia política”, ”Diseño de imagen política” y Philip Kloter en su libro “.Marketing” ya hablaba de bienes, servicios, marcas y vender emociones, así es como dichos profesionales se han concentrado en el entramado del consenso del sentir y las emociones del pueblo votante, que va del hartazgo al voto de castigo en varias naciones de América Latina; asi el ejercicio de la democracia ha estado al servicio del gobierno en turno y favoreciendo las dictadoras y los populismos con vestigios de socialismo paternalistas.

El ejercicio comunicacional de fama e infamia como “operans operantis” sigue manipulando a una sociedad poco formada e informada que más bien parece anestesiada que sin estar plenamente consciente con su voto quedando al servicio de élites de poder y decisión. Por ejemplo, en el caso Perú la explotación de sus recursos han sido concesionados por años y al estar a punto de vencer los legisladores siguen imponiendo sus decisiones descuidando su deber de favorecer el bien común, el proyecto de nación, institucionalizar la vinculación en equilibrio de oportunidades de trabajo , seguridad social y derecho a la educación con calidad, y así “el remedio sale más caro que el trapito”, como bien advierte el refrán mexicano.

3. Fe y política

Todo cuidado mexicano está llamado a la honestidad para la contribuir a la convivencia pacífica. No puede haber paz donde no hay honestidad, ni tampoco se pueden generar oportunidades de trabajo y seguridad donde la corrupción tiene presencia galopante.

Toda persona que dice profesar su fe, esté donde esté ha de ser fiel a su creencia, ha de ser congruente con lo que dice y lo que hace. Antes que la docilidad y abnegación de fidelidad institucional está el clamor de su conciencia bien formada. Por ejemplo, el rey Balduino de Bélgica prefirió abdicar antes que aprobar leyes contra la vida y contra la dignidad de sus súbditos-ciudadanos.

La presión internacional no ha podido doblegar a la Polonia católica “siempre fiel”, se trata de una nación que incluso ante las presiones de Rusia no ha renunciado a recibir refugiados de la martirizada Ucrania. Es tan sencillo que primero está la ética y la caridad como máxima expresión de la política, dejando claro y evidente que muchas veces es un error solo hacer “lo políticamente correcto”.

Ninguna persona que se jacte de ser fiel a su profesión de fe no puede ni debe votar por políticos que vivan
y propongan leyes como páganos contra la vida y la dignidad de las personas.

Todo voto debe ser razonado, secreto y se debe de elegir a personas congruentes, lo más honestamente posibles y que libres de actos de corrupción “no tengan cola que les pisen”. A la mejor promoción de todo candidato es su labor en favor de la comunidad: seguridad de la sociedad, bienestar de las futuras generaciones, calidad de vida, trabajo como derecho humano favoreciendo las condiciones de trabajo y de oportunidades para que haya las fuentes de trabajo, pero sobretodo debe pensar en las futuras generaciones, los más vulnerables y proteger la identidad y la integridad del proyecto de nación. Vale la pena recordarles a todos los que quieran ser candidatos que en la antigua Roma los senadores tenían colaboradores que gestionaban los servicios de las comunidades a su cargo, usaban una tira en la cabeza llamada “cándida” y de ahí viene el nombre de “candidato”, por lo cual todo candidato ha de ser gestor de bienes y servicios, más no de marcas y mucho menos de “vender” emociones a alto costo.

Fe y política no están peleadas, sino que van de la mano, es como la fe y la razón, ambas son las dos alas del espíritu humano con que podamos elevarnos para mejorar las situaciones de vida para todos, incluso para los que no creen en Dios o no profesan nuestra religión. Una de las más grandes expresiones de la caridad es la política, entendida como la “búsqueda del bien común”.

¡Mientras no amemos más a México y a los compatriotas más de lo que se odian candidatos y partidos políticos, no habrá paz ni se acabará la corrupción en esta noble patria mexicana!

Espero que esto que les he compartido les ayude, les interese y les sirva para no irse solamente por la fama o la infamia, por el prestigio o el desprestigio. Tengamos en cuenta que Jesucristo advierte: «por sus frutos los conocerán» (Lucas , 43). Y que el apóstol San Pablo asegura: «Todos seremos juzgados por nuestras obras» (2 Corintios 5,10). «El que tenga oídos para oír, que oiga» (Lucas 9, 13).

Ánimo candidatos, no pierdan la fe, no pierdan el piso y no pierdan su compromiso de auténtico servicio.

 

Padre Daniel