Dormir mal descontrola el apetito

Dormir

Dormir al menos siete horas cada noche resulta esencial para mantener una buena salud. Sin embargo, millones de personas no logran alcanzar ese mínimo. En las últimas cinco décadas, la sociedad perdió un 25% de sus horas de sueño, según advierte la Fundación Argentina del Sueño.

Cuando no descansamos bien, el cuerpo lo resiente de inmediato. El cerebro pide alimentos más calóricos, las hormonas del apetito se descontrolan y el metabolismo se ralentiza. Esta combinación fomenta el aumento de peso y afecta la salud a largo plazo.

Dormir poco activa los antojos de comida rápida

Con pocas horas de descanso, el cerebro cambia su forma de actuar. Disminuye la actividad en la corteza prefrontal —zona responsable del autocontrol— y aumenta en regiones del sistema de recompensa como la amígdala y el núcleo accumbens. Esto nos lleva a elegir papas fritas, dulces y alimentos grasosos, incluso si no tenemos hambre.

La neuróloga Joanna Fong-Isariyawongse, de la Universidad de Pittsburgh, explica que “basta una sola noche de mal sueño para generar estos cambios” y que el efecto se vuelve más dañino con el tiempo si no corregimos el descanso.

Dormir poco desajusta las hormonas del hambre

La falta de sueño disminuye los niveles de leptina, que indica saciedad, y eleva los de grelina, que estimula el hambre. Como resultado, sentimos más apetito durante el día y comemos más calorías.

Los estudios muestran que los adultos sanos que duermen solo cuatro o cinco horas reportan más hambre y más antojos de comida chatarra. Este patrón, si se repite, lleva al aumento de peso y a una alimentación desbalanceada.

El insomnio afecta el metabolismo y eleva el riesgo de diabetes

Dormir mal reduce la capacidad del cuerpo para usar la insulina de forma eficiente. En apenas una noche, la sensibilidad a esta hormona puede disminuir hasta un 25 %, lo que provoca que más azúcar quede en la sangre. Esa glucosa no utilizada termina acumulándose como grasa, sobre todo en el abdomen.

Además, el cuerpo libera más cortisol, la hormona del estrés, que contribuye a almacenar grasa abdominal y a desregular aún más el apetito. Este escenario favorece el desarrollo de diabetes tipo 2 y síndrome metabólico.

Las mujeres sufren más los efectos de un mal descanso

Dormir mal también afecta la calidad de la dieta. La Fundación del Sueño advierte que las mujeres que duermen poco tienden a elegir peor los alimentos, lo que las expone a enfermedades cardiovasculares y obesidad.

Dormir bien ayuda a restaurar el equilibrio del cuerpo

Reparar el sueño no requiere meses: dormir bien durante varias noches seguidas puede revertir muchos efectos negativos. La doctora Stella Maris Valiensi, presidenta de la Asociación Argentina de Medicina del Sueño, recuerda que “el sueño fortalece el sistema inmune, protege el corazón, mejora el estado de ánimo y nos hace ver más saludables”.

Hábitos para dormir mejor y cuidar el metabolismo

  • Acostarse y levantarse a la misma hora todos los días.

  • Evitar las siestas largas o innecesarias.

  • Usar la cama solo para dormir, no para trabajar o mirar el celular.

  • Hacer ejercicio suave todos los días, preferentemente con luz solar y al menos tres horas antes de acostarse.

  • Crear una rutina nocturna relajante con poca luz, sin ruidos y a temperatura agradable.


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