Por: Antero Carmona
En los últimos años hemos sido testigos de un sinfín de problemas ambientales, todos ellos vinculados, detonando una grave crisis ambiental global, donde ningún país esta exento. La pérdida de la biodiversidad es considerada como uno de los mayores retos de nuestros días.
Desde el siglo XVII, se ha documentado la extinción de por lo menos 778 especies de fauna y 124 de flora. Ahora bien, si consideramos las extinciones causadas por el ser humano antes del 1,600 el número se eleva a más de 2,000. En la actualidad, existen más de 42,000 especies de flora y fauna en riesgo a nivel mundial.
En México, en noviembre de 2019, se actualizo la NOM-059-SEMARNAT-2010, listado que identifica a las especies o poblaciones de flora y fauna silvestres en riesgo de extinción en la República Mexicana, empadronando a 2,678 especies.
Hace un par de semanas, la Alianza Alemana de Protección de la Naturaleza (NABU) y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), declararon que, el zarapito de pico fino (Numenius tenuirostris), especie de ave migratoria que se extendía por todo el hemisferio norte, se había extinguido.
La declaración de extinción se produjo después de una exhaustiva búsqueda de la especie en su hábitat natural, que abarca desde la tundra ártica hasta las costas de África y Asia. Sin embargo, no se han encontrado individuos de la especie en estado silvestre desde la década de 1990 –el último avistamiento verificable de esta especie ocurrió en 1995 en Marruecos-.
El zarapito de pico fino era una especie emblemática de la avifauna mundial, conocida por su distintivo pico fino y su hábitat en las zonas húmedas y costeras, además, por su raro patrón migratorio. Esta especie se reproducía en Siberia occidental y migraba hacia el Mediterráneo, África del Norte y Asia occidental para pasar el invierno. Esta ruta, que debería haber sido un refugio, se convirtió en una trampa mortal debido a la intensificación de la caza en regiones mediterráneas y la destrucción descontrolada de su hábitat.
La pérdida de humedales costeros, el drenaje de páramos y pantanos para uso agrícola devastaron las zonas de cría y descanso del zarapito. Al mismo tiempo, el cambio climático agravó la situación y alteró los ecosistemas a lo largo de las rutas migratorias, dificultando su capacidad para encontrar alimento y refugio. Esta combinación de factores nos demuestra claramente cómo las actividades antropogénicas están directamente relacionadas a la desaparición de las especies.
La extinción del zarapito de pico fino es un recordatorio alarmante sobre la crisis que vive la biodiversidad. La pérdida de especies no sólo es un trágico evento en sí mismo, sino que también tiene implicaciones graves para los ecosistemas y la salud del planeta.
Ante esta problemática global, es importante trabajar de la mano, gobierno y sociedad, para proteger y restaurar los hábitats naturales, desarrollar estrategias y esfuerzos más amplios y sostenidos para abordar y prevenir de manera responsable y congruente la extinción de más especies.
Con la extinción del zarapito de pico fino, se cierra un capítulo en la historia de la conservación, y se vuelven a encender los focos rojos ante esta crisis ambiental. Nuestras autoridades no deben minimizar al zarapito, ya que es una alerta más, de la sexta extinción masiva en este Antropoceno.