Por: Irene Muñoz
El turismo en México cerró 2024 con cifras récord al contar con 77.4 millones de visitantes internacionales, lo que representa un aumento del 15.6% respecto a 2023, así como una generación de divisas de 29 mil 253.8 millones de dólares. La secretaria de Turismo, Josefina Rodríguez, no dudó en calificar este crecimiento como la prueba de que la transformación nacional está en marcha y en línea con los objetivos de sostenibilidad y bienestar de la administración de Claudia Sheinbaum. Sin embargo, tras estas cifras alentadoras se esconden retos estructurales que exigen un análisis crítico.
El turismo ha sido, por más de dos décadas, un pilar estratégico en la economía mexicana, consolidándose como el segundo sector generador de empleos más importante del país, solo superado por la construcción. En el tercer trimestre de 2024, esta industria empleó a 4.9 millones de personas, representando el 9.1% del empleo total nacional. Su impacto social también es significativo: entre 2018 y 2022, cerca de medio millón de mexicanos lograron salir de la pobreza gracias a esta actividad. Estas cifras no solo evidencian su relevancia económica, sino también su capacidad para combatir la desigualdad y fomentar un desarrollo más inclusivo en todo el territorio nacional.
Sin embargo es importante analizar hasta dónde este crecimiento puede sostenerse sin abordar los profundos retos estructurales que enfrenta México. Si bien el aumento del 7.7% en la llegada de turistas internacionales y el 15.4% en el gasto promedio por visitante son logros notables, su continuidad depende de una infraestructura sólida que pueda responder a la creciente demanda. Las limitaciones actuales en el sistema aeroportuario representan un desafío crucial. En este sentido, el anuncio del Almirante Juan José Padilla Olmos, director general del Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México (GACM), sobre la remodelación del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), marca un avance significativo y necesario para fortalecer el sector y garantizar su competitividad a largo plazo.
El Almirante Padilla Olmos informó que el AICM recibirá una inversión estimada en 8 mil millones de pesos (mmdp), financiados íntegramente con recursos autogenerados por la propia administración del aeropuerto y sin recurrir al Presupuesto de Egresos de la Federación, lo que sin duda llamó la atención ya que hasta ahora los impuestos que generaba como es el TUA se destinaba al pago de bonos del Aeropuerto de Texcoco por el incumplimiento de la construcción y no a la terminal aérea.
Esta iniciativa representa una oportunidad para revitalizar la infraestructura aeroportuaria de la capital, indispensable para mantener la competitividad turística del país. Sin embargo, esto debe complementarse con una estrategia integral que contemple la diversificación de puntos de entrada, el fortalecimiento de aeropuertos regionales y la mejora de la conectividad terrestre.
En paralelo, las promesas de sostenibilidad deben ir más allá del discurso político. La Secretaría de Turismo destaca un compromiso con las comunidades locales, particularmente pueblos originarios y afromexicanos. No obstante, en muchos destinos, la llegada masiva de turistas ha generado tensiones sociales y medioambientales. La clave está en transformar estas cifras récord en beneficios tangibles y sostenibles para estas comunidades, asegurando su participación activa en la cadena productiva.
El turismo ha demostrado ser un pilar económico robusto, pero no debe ser tratado como una industria aislada. Es esencial integrarlo en una estrategia de desarrollo nacional que aborde desafíos como la inseguridad, la degradación ambiental y la desigualdad regional. México necesita diversificar su oferta, reduciendo la dependencia de destinos saturados como Cancún o Los Cabos y promoviendo regiones menos exploradas, pero igual de ricas cultural y naturalmente.
La modernización del AICM y el crecimiento del turismo representan logros que merecen reconocimiento. Sin embargo, sólo con una mirada crítica y una planeación a largo plazo será posible convertir estos avances en un verdadero motor de transformación para el país. Celebrar los éxitos es necesario, pero convertirlos en cimientos sólidos para el desarrollo sostenible es la tarea pendiente.
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