Yamandú Orsi, presidente electo de Uruguay: el regreso del Frente Amplio y la izquierda al poder
La noche del domingo, Montevideo fue escenario de una celebración digna de una final de fútbol mundialista. Miles de personas reunidas en la rambla capitalina estallaron en júbilo cuando los sondeos a pie de urna anunciaron la victoria de Yamandú Orsi, el candidato del Frente Amplio, con un 49% de los votos frente al 46.5% de Álvaro Delgado, representante del oficialista Partido Nacional.
Ventaja casi del 4%
Con el 99% de los votos escrutados, la ventaja de Orsi se consolidó: 49.8% contra el 45.9% de Delgado, una diferencia de 92,000 sufragios que marcó el regreso de la izquierda al poder en Uruguay. La noticia fue rápidamente reconocida por el presidente saliente, Luis Lacalle Pou, quien felicitó a Orsi en redes sociales: “Llamé a Yamandú Orsi para felicitarlo como presidente electo de nuestro país y para ponerme a las órdenes y empezar la transición apenas lo entienda pertinente”.
Compromiso con el diálogo y la unidad nacional
En su primer discurso como presidente electo, Orsi enfatizó su compromiso con el diálogo y la unidad nacional. Desde un escenario colmado de simpatizantes, declaró:
“Voy a ser el presidente que convoque una y otra vez al diálogo nacional. El mensaje no puede ser otro que abrazar el debate de ideas. Así se construye una república democrática. Larga vida a los partidos políticos de Uruguay. Triunfa una vez más el país de la libertad, de la igualdad y también de la fraternidad”.
Por su parte, Álvaro Delgado mostró una actitud conciliadora desde su discurso de cierre: “Esta coalición está dispuesta a que si se necesita una mano en pos del país, les damos las dos”.
La victoria de Orsi representa no solo un cambio de mando, sino el retorno del Frente Amplio, impulsado por el respaldo del expresidente José Mujica, quien lo señaló como el hombre idóneo para liderar una nueva etapa de gobierno progresista en Uruguay.
Este triunfo marca un punto de inflexión en la política uruguaya, reafirmando el valor del debate democrático y la fortaleza de sus instituciones en un escenario de profunda polarización en América Latina. El desafío ahora será convertir la efervescencia de la victoria en políticas concretas que consoliden la unidad y el desarrollo del país.
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