China levantó las cuarentenas obligatorias para los viajeros internacionales llegados a su territorio, terminando con casi tres años de autoaislamiento a pesar de que el país batalla contra una nueva explosión de contagios.
Desde diciembre en China, Pekín empezó a desmantelar la restrictiva estrategia de covid cero basada en confinamientos, tests y cuarentenas, que permitió contener el virus, pero también frenó la economía y provocó importantes protestas.
En una de las últimas fases hacia la reapertura, los pasajeros que lleguen a China a partir del domingo no deberán cumplir una cuarentena obligatoria.
Desde marzo de 2020, todas las personas que entraban al gigante asiático debían aislarse en instalaciones controladas por el gobierno, primero por un plazo de tres semanas que se redujo a una semana en el verano boreal y a cinco días en noviembre.
Después de anunciarse el fin de esta medida, los chinos se apresuraron a comprar viajes al extranjero.
El esperado repunte de visitantes llevó a numerosos países a imponer test de covid-19 obligatorios para los viajeros del país más poblado del mundo, que se enfrenta a su peor brote epidémico hasta la fecha.
Y la situación se prevé peor ante la celebración del Año Nuevo Chino a finales de mes, que provocará millones de viajes de pobladores urbanos a zonas rurales para visitar a familiares a menudo mayores.
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China dijo que las restricciones impuestas por Estados Unidos, Japón o países de la Unión Europea (UE) son “inaceptables”, pero al mismo tiempo mantiene la exigencia de test de covid a los pasajeros entrantes y sigue bloqueando en gran medida a turistas y estudiantes internacionales.
A pesar de estos inconvenientes, Zhang Kai, de 28 años, explica que planifica un viaje a Corea del Sur o Japón.
“Estoy feliz, ahora que finalmente puedo ir”, dice. Algunos amigos suyos ya han aterrizado en Japón y se han realizado los test algo que, para él, es “un asunto menor”.
Destinos turísticos por toda Asia se preparan para el regreso de los visitantes chinos.
En una crepería de Seúl, Son Kyung-rak asegura que está buscando personal y reforzando sus existencias. “Los turistas chinos son nuestros principales clientes. Cuantos más, mejor”, dice el joven de 24 años.
En Tokio, el caricaturista Masashi Higashitani desempolva sus nociones de chino para prepararse ante los nuevos viajeros, aunque también está preocupado.
“Me pregunto si un flujo de demasiados de ellos puede desbordar nuestra capacidad. Me preocupa también que tengamos que ser más prudentes en las medidas antivirus”, explica a la AFP.
En la ciudad semiautónoma de Hong Kong, al sur de China, el domingo también representará una relajación de las medidas en la frontera, casi cerrada desde 2020.
La golpeada economía de este centro de negocios necesita reconectar con su principal fuente de crecimiento y muchas familias separadas a ambos lados de la frontera anhelan reunirse para el Año Nuevo Lunar.
Hasta 50.000 residentes en Hong Kong podrán ir a diario -previo registro- al territorio continental por los tres pasos abiertos y otros 10.000 podrán hacerlo por tierra, mar o aire sin comunicarlo de antemano, dijo el jefe del Ejecutivo hongkonés, John Lee.
En un solo día, más de 280.000 personas se inscribieron para cruzar a China continental, que también exige un test PCR negativo a estos visitantes.
Las autoridades migratorias empezarán a emitir permisos a los residentes en China continental para ir a Hong Kong y Macao “en función de la situación epidémica y las capacidades de servicio”, anunció el gobierno de la ciudad.
La aerolínea bandera de Hong Kong, Cathay Pacific, dijo que duplicará sus vuelos hacia China continental.