Isidro H. Cisneros
El triunfo electoral de fuerzas políticas de izquierda en diferentes países hace pensar a muchos que el péndulo de la historia se inclina hacia el progresismo en la realidad contemporánea. No obstante, es posible identificar una sistemática contradicción entre los ideales y los objetivos, así como entre las acciones emprendidas y las consecuencias no deseadas de las políticas aplicadas. La izquierda cree saber qué cosa quiere para la sociedad pero no sabe cómo lograrlo e incluso, muchas de sus decisiones han producido resultados opuestos a lo esperado. Para superar estas contradicciones es necesario dar un paso atrás respecto a la contingencia política e indagar seriamente en la esfera ideal. El elenco de principios que resultan fundamentales para la izquierda moderna involucran la igualdad de oportunidades, la solidaridad en relación con los más vulnerables, la creciente atención por los bienes públicos, el medioambiente y los derechos sociales. En paralelo se observa un intenso debate sobre los significados que implica el concepto de izquierda en las actuales condiciones de nuestro país
De un lado, se aprecia una concepción hegemónica denominada estadocéntrica porque toda iniciativa que propone deriva invariablemente del poder, representando una modalidad de acción política que culpabiliza de los graves problemas que enfrentamos a la especulación, a la globalización financiera y al libre mercado. Las soluciones que propone para enfrentar los crecientes problemas sociales se concentran principalmente en el crecimiento del gasto público y en una mayor presencia del Estado en los distintos ámbitos de la economía. Esta modalidad de la izquierda busca una transformación radical del sistema político y social con el objetivo de colocar en el centro de la acción pública al pueblo. Sin embargo, tal esfuerzo no ha logrado comprender que una democracia de la alternancia implica una cultura de la responsabilidad para proponer soluciones concretas y realistas, así como la capacidad de representar a la sociedad en su conjunto. Esta incapacidad política ha producido una percepción social sobre esta izquierda como un movimiento conservador, interesado principalmente en la defensa de la realidad existente y encerrada en el sueño nostálgico del pasado.
Del otro lado y en abierta contraposición se aprecia una naciente concepción liberal de la izquierda, pero que aún no logra comunicar con los ciudadanos para diseñar estrategias y programas de acción para mejorar las políticas y las instituciones públicas en nombre de la justicia social, la eficacia y la eficiencia así como para salir de la crisis en que se encuentra nuestro pacto social. Esta postura establece límites a la intervención del Estado para no erosionar el valor de la responsabilidad individual y define que el objetivo de las políticas públicas no es solamente generar servicios de carácter obligatorio y universal, sino también aumentar la eficiencia del sistema, generando una mayor igualdad de oportunidades e incentivando la responsabilidad de todos en función del bienestar colectivo.
Los ideales contrapuestos que caracterizan a los movimientos que en este momento se colocan a la izquierda del espectro político mexicano, articulan su identidad a partir de temas que involucran decisiones públicas respecto a los bienes colectivos, el papel del Estado y las dimensiones del mercado. El nexo entre libertad, equidad y eficiencia se refiere al significado que tienen los derechos económicos y sociales en toda democracia. Ella condiciona la distribución del rédito y compensa las adversidades del mercado. La igualdad de oportunidades debe ser compatible con la libertad individual para producir un igualitarismo liberal con una visión racional y práctica de la justicia social. Actualmente, el reto de la izquierda en nuestro país es evitar que las desigualdades sociales se conviertan en desigualdades políticas.
- Artículo publicado inicialmente en Crónica