La Antártida, un Mundo que se pierde

Cuando se habla de la Antártida, se hace referencia a todas las tierras emergidas al sur del paralelo 60S, paralelo que está 60° al sur del plano ecuatorial de la Tierra. En la Antártida, el hielo alcanza los 4 kilómetros de espesor, y una temperatura extrema que logra los 93°C bajo cero, aquí se encuentra el 75% del agua dulce del planeta, con una superficie aproximada de unos 14.000.000 km2, de los cuales menos del 1% constituyen áreas libres de hielo. Es el continente más frío, más seco y ventoso, es el congelador del planeta.

De acuerdo con diversas variables ambientales, la Antártida se convierte en el continente más extremo del planeta, la situación polar de la Antártida es, sin duda, un elemento clave para explicar las bajas temperaturas de este continente. Debido a la inclinación del eje terrestre respecto del plano de órbita del planeta, la radiación solar recibida por unidad de superficie es menor que en bajas latitudes, efecto que se acentúa en invierno.

La Antártida siempre ha sido tierra de conflictos, en 1525 el español Francisco de Hoces al mando de la carabela San Lesmes, fue el primer hombre en divisar estas aguas, a las que se le conocieron como mar de Hoces, cincuenta años después el corsario Inglés Sir Francis Drake surco estos mares, pero como los británicos se habían impuesto como los señores de los mares, se impuso el nombre de Paso de Drake. Desde comienzos del siglo 20, siete países tenían reclamaciones de territorio en la Antártida; Argentina, Chile y Reino Unido se solapan y de forma constante entraban en conflicto, fue en 1952 cuando se produjo un incidente armado entre Argentina y Reino Unido, comenzaba la guerra fría, y apara evitar una nueva zona de conflicto se firmó el tratado Antártico, pacto donde la participación de los científicos tuvo una gran importancia, ya que se consideró a este continente de importancia científica, consagrándolo de interés mundial para la ciencia, hoy en día es el único lugar en la tierra donde todos los países del mundo promueven la paz, la ciencia y acciones en favor del medio ambiente.

La Antártida es uno de los continentes más secos del planeta, y esto se debe básicamente a la conjunción de tres factores; su posición polar, el diseño de vientos y la altura de la Antártida. En primer lugar, el aire frío es capaz de retener menor humedad que el aire más templado, de modo que la atmósfera antártica, de por sí, se caracteriza por índices muy bajos de humedad. El diseño circular de vientos, por su parte, impide que aires más templados cargados de humedad provenientes de latitudes más bajas ingresen al continente. Sin embargo, cuando esto ocurre, especialmente en verano, el viento es forzado a elevarse a la altura de la meseta polar o de las cadenas montañosas, descargando precipitaciones orográficas en las zonas costeras y penetrando al continente como vientos secos. Los índices de precipitaciones en la Antártida en promedio anual son menores a los 100mm, marca comparable a las registradas en el desierto del Sahara.

Los vientos sobre la Antártida presentan un diseño circular, en las zonas costeras se muestra un tipo particular de movimiento eólico conocido como “vientos catabáticos”, las ráfagas producidas por el movimiento de estas masas de aire aparecen en forma repentina y pueden alcanzar velocidades cercanas a los 200 km/h.

Más allá de su ambiente extremo, la Antártida es un continente lleno de rarezas, ejemplo de ello es el microorganismo descubierto en el 2011, sobre el Monte Erebus -el volcán activo más austral que existe-, organismo quimiolitótrofo que sobrevive alimentándose de hierro y magnaneso, relacionado con las primeras formas de vida en la Tierra.

Otro organismo que habita las heladas aguas de la Antártida, son las arañas de mar gigantes, llegan a medir de 30 a 35 centímetros en diámetro, estas arañas son un ejemplo de un fenómeno llamado gigantismo polar, que se da tanto en la Antártida como en el Ártico; en ambientes extremadamente fríos algunas especies se vuelven mucho más grandes que sus contrapartes en climas cálidos. Existen varias teorías para explicar este fenómeno, una de ellas sugiere que los animales pueden crecer más porque las temperaturas frías aletargan el metabolismo, al punto en que apenas necesiten oxígeno para sobrevivir. Otro dato, existen cientos de organismos marinos de los cuales aún se desconoce su familia, género y especie, pendientes para describir. En 1986 se prohibió la pesca de ballenas en este territorio, desgraciadamente japón continua con esta práctica ilegal.

La Antártida ha sido un misterio para la geología, diversos estudios refieren a que su masa guarda relación con otros continentes, el material estudiado muestra que el este de la Antártida está hecho de varias masas continentales, una de estas masas continentales encaja con otro territorio presente en el sur de Australia, suponiendo que alguna vez formó parte del supercontinente Gondwana, uno de los dos fragmentos de la Pangea.

En la Antártida alguna vez existió selva tropical, de acuerdo con sedimentos extraídos del fondo marino al oeste del continente, obtenidos en 2017, supone que hace 90 millones de años había una selva tropical, parecida a las que hoy pueden encontrarse en Nueva Zelanda. Los análisis han revelado la presencia de suelos forestales, evidencia que indica que la Antártida tuvo un clima cálido durante el periodo Cretácico medio, cuando los dinosaurios poblaban el planeta. Este periodo geológico fue el más caluroso de los últimos 140 millones de años, y se cree que los océanos estaban 170 metros por encima del nivel actual.

La Antártida es la región del planeta más sensible al cambio climático, hoy en día está en peligro debido al calentamiento de los océanos, los estudios sugieren que, si el calentamiento global supera los 2°C, colapsarían las principales plataformas de hielo antártico y liberarían el hielo que fluye desde la capa de hielo del continente, elevando el nivel del mar hasta 3 metros.

Además, los investigadores advierten que el deshielo de las plataformas cambiaría la estratificación de los océanos, con repercusiones para la circulación oceánica global, lo que impactaría en una mayor variabilidad climática.

Los casquetes polares se están derritiendo a un ritmo más rápido de lo que se pensaba, el aumento de la concentración de gases del efecto invernadero y el consecuente calentamiento global ha contribuido a la fragmentación de grandes porciones de hielo, provocando la pérdida del hábitat de muchos animales que dependen de estas plataformas de hielo, además el aumento de la radiación UV-B agota la capa de ozono, lo cual puede reducir el crecimiento del fitoplancton, lo que afecta a toda la cadena alimenticia marina.

La primera evidencia sobre el daño ambiental fue el descubrimiento del agujero de ozono en 1895 en la Antártida, hallazgo que alertó al mundo sobre los cambios potencialmente peligrosos, de no tomar las medidas urgentes para reducir a cero las emisiones GEI y compensar el daño, las afectaciones globales serán irremediables, no sólo para la Antártida.

 

 

 

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