Cuando se trata de recursos vitales y escasos, como lo es el agua, todo es prioridad, todo es urgente y todos tienen derechos que defender.
El proyecto “Agua saludable para La Laguna” no es la excepción.
La región lagunera es la segunda zona conurbada de mayor dimensión en el país, en donde confluyen varios municipios de los estados de Coahuila y Durango.
Las lagunas de Mayrán, de Orégano, de Santiago, de las Tetas de Juana, de Tlahualilo, Las Palmas y varias más, que le dieron nombre a la región, han desaparecido fruto de la optimización del líquido mediante presas y canales de concreto para su conducción a las vastas extensiones de riego agrícola.
Ello afectó el ecosistema, en su flora y fauna, pero sobretodo en la deficitaria recarga del acuífero, que dejó de recibir importantes volúmenes de agua y a su vez es expoliado por pozos profundos, cada vez más profundos, cuya agua se ve ya contaminada por metales pesados que afectan la salud humana.
El proyecto en cuestión, busca potabilizar agua de la presa para destinarla al consumo humano, el cual es actualmente abastecido por 184 pozos profundos que representan un volumen de extracción del 4.6% del volumen de extracción total.
Cabe destacar que de los 126 millones de litros de agua extraídos para uso público urbano (domestico, industrial y servicios) no llegan a su destino el 60% debido a las fugas en la red de distribución.
Ello lo podemos representar como quien llena sus tinas de agua, pero éstas tienen numerosos agujeros que tiran el 60% del agua contenida. No tiene caso ampliar el repositorio del agua de donde se surten las tinas, si antes no se tapan los agujeros de las mismas.
Debemos partir entonces, que no tiene sentido establecer un cotoso sistema para potabilizar y conducir agua de la presa al sector urbano. Eso no resolverá la problemática.
Con tan sólo reparar la red hidráulica urbana se puede duplicar el volumen de agua al evitarse el desperdicio por fugas.
Pero ello implica un proyecto de largo aliento al que nadie le quiere apostar. Todo urge, todo debe tener un efecto inmediato, casi instantáneo.
El gobernador de Durango señaló que se reunirá con los alcaldes a los municipios beneficiados por el proyecto para conocer en qué condiciones se encuentran las redes de distribución y definir la inversión que se requiera y señaló que ya se llevó a cabo la adjudicación de los contratos de las primeras líneas del acueducto a presión.
Como es fácil observar, ya está en marcha un proyecto lleno de agujeros, que ni siquiera sabe a ciencia cierta que se requiere para subsanar las líneas de distribución.
A estas alturas debíamos de tener claro todos los laguneros:
-Situación de la red hidráulica por municipio.
-Costo de su reparación o reposición en cada caso.
-Inversión en tecnología para detectar fugas.
-Inversión en plantas de tratamiento de aguas residuales para uso industrial o doméstico (riego de áreas verdes o construcción, por ejemplo).
-Tiempos de realización por municipio.
Nada de eso se sabe y no creo que lo sepan o lo hayan realizado los municipios, pero existe un plazo de dos años para tener todo resuelto, que es el tiempo estimado para echar a andar el mega proyecto.
Dos años son un suspiro. Los tiempos no dan, no van a empatar y esto será un mega desastre.
Los 9 mil millones de pesos que costará el proyecto para traer agua, bien pueden utilizarse para ejecutar los puntos antes descritos, con mayor beneficio para todos, habitantes de las áreas urbanas y rurales.
El pesimista es un optimista con datos.
En éste caso sólo trato de aportar una visión diferente, que ojalá y pueda ser tomada en cuenta con oportunidad y enriquecida por otros actores.
Como siempre espero sus comentarios en: [email protected]