En la actualidad las nuevas formas de comunicación se realizan a través de las plataformas sociales. El tratamiento de la información se ha vuelto un fenómeno que ha dado pauta a que estemos enganchados a una red en espera de contenido rápido sin que esta información sea necesariamente veraz y objetiva. Esta rapidez crea nuevos malestares en la psique del individuo porque ha cambiado la dinámica de las relaciones interpersonales. La comunicación en la red es distinta a la interpersonal y el acceso a información en tiempo récord hace que el usuario necesite respuestas e interacciones rápidas, lo que crea una atmósfera de apresuramiento. El usuario se crea una reputación en línea gracias a lo que se considera la opulencia comunicativa porque ahora el usuario ya es parte del contenido al comentar y opinar sobre algún tema.
La finalidad de la opulencia comunicativa es que las opiniones sean vistas por otros para que así se genere una «identidad digital». Dependiendo del canal de comunicación como lo puede ser Twitter o Facebook, que son los más presentes en la red a nivel mundial, los «trending topic » o los temas de tendencia son ahora tomados como barómetros de opinión sin que necesariamente reflejen la objetividad ni la realidad del tema en cuestión.
Esta atmósfera de apresuramiento hace que el individuo o el usuario tome a las realidades digitales como verdaderas y que interactúe al instante muchas veces reaccionando con una sensibilidad que depende del humor del momento. La realidad digital es la nueva manera de legitimar una ideología, un valor, un modo de vida y al tener más «seguidores » o más « likes » se forma un prestigio que puede ser medido estadísticamente. Solo que estas realidades digitales, si bien existen, no están al alcance de todos. Las brechas de desigualdad y la pobreza obstaculizan un acceso a internet equitativo para todos los sectores de la población.
La invención de internet es un gran logro para la sociedad a nivel global, su fin es la propagación de información de una manera instantánea y amplia, lo cual se traduce en un beneficio para los individuos para que estos sigan inventando nuevas tecnologías. Sin embargo, debido al anonimato o a la creación de un perfil falso, el usuario puede utilizar esta tecnología para hacer virales insultos y descalificar algo o a alguien con el fin de mostrar su descontento. Las ofensas e insultos disfrazados de « trendic topics » o de « hashtags » reflejan la poca ética en la era digital, lo cual muestra a una alma colectiva que necesita reorganizar sus prioridades, deontología, conductas y sus valores. Lo digital es el reflejo de lo palpable, y el acceso a internet y a la información son el resultado del progreso del ser humano como habitante de un colectivo.
Emile Durkheim considera que un hecho social necesita de una creación de la creencia para que pueda ser validado por la sociedad. Las manifestaciones colectivas son necesarias para que los fenómenos puedan crear ideas y tendencias. Estas tendencias van a ir moldeando la conducta de los ciudadanos. Para someterse a las convenciones del mundo, el individuo enraíza en su conciencia cifras, información, imágenes, figuras, significados, que van a brindarle una constitución orgánico – psíquica.
Estas ideas y tendencias tienen que ser generales para ser aceptadas como válidas y sean practicadas en el conjunto de la sociedad y hay que tener cuidado acerca de qué tanta validez se le da a una lógica que se aprueba a nivel mundial, ya que al final reafirma una ideología y hace que el individuo adapte su modo de vida. La ignorancia contribuye a los discursos de odio acerca de un tema o situación, por ejemplo, el hashtag “#GraciasLuna”, surgió después de que se hiciera viral una foto de una voluntaria de la Cruz Roja España, en donde se aprecia a una joven de 20 años abrazar a un migrante senegalés en Ceuta. Las ideas malintencionadas de muchos usuarios de las redes sociales evidencian la poca empatía y la mucha ignorancia sobre el curso migratorio de esta persona. Los usuarios hicieron alusión al sexo al señalar que la joven española solo buscaba acercamiento carnal, mientras la imagen muestra a un joven migrante en llanto en los brazos de la empática española. Con este ejemplo, se expone cómo estos canales digitales son utilizados a modo de escape de frustraciones individuales que en conjunto crean una tendencia. ¿Si la voluntaria española y el migrante senegalés estuvieran en persona en frente de los cibernautas ofensivos, acaso estos últimos tendrían el mismo valor de hacer los mismos comentarios? Por supuesto que no, el internet es su escudo de protección.
Es por eso que termino este escrito compartiendo un “trending topic” menos amargo divulgado en Francia. “#Passculture” es tendencia porque menciona el proyecto de otorgar 300 euros a todos los jóvenes a partir de los 18 años con el fin de que sean gastados en temas relacionados con la cultura como pueden ser libros, instrumentos de música, boletos para espectáculos, museos, bellas artes. El presidente francés Emmanuel Macron oficializó, a través de su cuenta de TikTok, dar este crédito a cada francés. Es interesante comparar cómo son utilizadas las redes sociales, la amplitud que alcanzan y a quienes benefician o perjudican.
Araceli Fuerte Carbajal