El odio, desprecio, insultos, rencor que Andrés Manuel López Obrador siente, muestra, demuestra, manifiesta y reitera, una mañanera si, y otra también por los periodistas, medios de información, reporteros, columnistas, comentaristas, conductores, analistas, opinadores, ya rebasó los límites de la tolerancia, por nuestra parte.
Desde que fue candidato presidencial durante 18 años, mostró repulsa, rechazo, urticaria, desprecio por los informadores, incluso los de la “Fuente” del Gobierno del Distrito Federal. Luego en sus tres intentonas por ganar Los Pinos y/o Palacio Nacional, cuando fantaseó con su presidencia legitima, explotó las coberturas periodísticas porque tenía interés malsano de ser la víctima “incomprendida” de sus imaginarios “robos de la elección”
Mis colegas, cándidos, inocentes, decentes, profesionales creyeron haberse identificado con el candidato, su proyecto, sus ideas, discursos, filosofía política, que se sentían “pejistas” u “obradorcitas” al grado de considerarlo ídolo y seguir sus periplos, incluso no en tiempos de campaña, sino en la ponderación de su imagen a nivel nacional. Muchos medios asignaron presupuestos especiales para cubrir los viajes de AMLO para posicionar nombre y figura por su fijación de ser candidato eterno… hasta que en 2018 lo logró.
De López Obrador no dudo de su perturbada inteligencia, habilidad, destreza para manipular, victimizarse, que le ganó en la elección de 2018 más de 30 millones de votos, para ungirlo como presidente de México, con mucha expectativa, esperanzas e ilusión de ser diferente a sus antecesores (priistas y panista). Supo vender sus mentiras, choros, promesas, compromisos, fantasías -sabiendo que jamás las cumpliría- para ello explotó la ingenuidad de varios medios de comunicación privados que lo impulsaron, respaldaron y proyectaron al triunfo en aquella jornada del 18.
Pero tenía en su perversa mente otra intención: llegar al poder, por el poder mismo, sólo para vengarse contra los mexicanos, los empresarios, los periodistas, sus opositores (incluidos los del PRI, del que jamás se ha desprendido. Sostengo que por las venas del Peje sigue fluyendo sangre tricolor, su padre mater en política), PAN, PRD y chiquillada, que lo tenían como adversario durante los tres intentos de ganar la Silla del Águila.
Está demostrado, que una vez logrado el objetivo: ceñirse en el pecho la banda presidencial, jamás tuvo la intención de “rescatar” de la pobreza y pobreza extrema a más de 47 millones de mexicanos que los gobiernos del PRI y PAN le heredaron, pese a que el lema de su campaña fue “Por el bien de México, primero los pobres”, que le gano empatía, esperanza, confianza y fidelidad a quien le depositaron más de 30 millones de votos.
Sin embargo, a 2 años 3 meses de iniciado el fallido gobierno de la Transformación de 4ª, esta cifra lejos de ser resuelta o minimizada (al menos), exponencialmente aumenta. Al segundo año de coordinar (porque no sabe gobernarlo) México, los guarismos expuestos por el CONEVAL señalan más de 54 millones de marginados, sin oportunidad ni futuro.
Sin olvidar el tema central de esta entrega, su odio a los periodistas. Dejen les digo, que otra falacia del Peje, como compromiso de campaña fue acabar con la delincuencia organizada en ocho meses. Para ello ofertó a los “malos” su encíclica “perdón y olvido” mediante la cual pedía a los cárteles, mafias, sicarios, asesinos, secuestradores, violadores y demás, deponer las armas, su actitud, sus fortalezas, convirtiéndolas en tractores, insumos de labranza, buena conducta y amor por el prójimo, jajajajajaja.
Para demostrar, que no le interesa cumplir sus ofertas de campaña, en dos años y meses del sexenio de la Transformación de 4ª (léase López Obrador) se registran más de 71 mil homicidios dolosos (balas de la delincuencia organizada), es decir, 60% del total cometidos en todo el sexenio de Felipe Calderón, que fueron 121 mil 613.
Mientras que en la administración de Enrique Peña Nieto, sumaron 156 mil 437 asesinatos de odio, dolo, rencillas, intimidación y control de plazas. ¿Verdad que a López Obrador no le interesa gobernar, porque no sabe?… Aah, olvidaba, que la fascinación, entreguismo, miedo, sumisión por la delincuencia organizadas de Andrés Manuel, quedó demostrada aquella tarde del 17 de octubre de 2019, en Culiacán, Sinaloa, cuando las fuerzas armadas detuvieron en su domicilio al narco y asesino Ovidio Guzmán López (hijo del Chapo Guzmán). Ya esposado y listo para presentarlo ante el Ministerio Público Federal, pero… a una orden vía celular, Andrés ordenó su liberación inmediata, sin preguntar, protestar, sólo obedecer. “Perdón y olvido” en su máxima expresión.
Con estos dos ejemplos se demuestra que para el inquilino de Palacio Nacional los mexicanos somos “consumibles” (úsese y tírese). Sólo le interesamos a los políticos en dos perversas ocasiones: cada 3 y 6 años, elecciones intermedias y la madre de todos los comicios: la presidencial. Una vez en el poder (estos infelices) nos ignoran, ya no les somos útiles, lograron su objetivo y… ¡vai, vai!
De esto y cientos, miles de desaciertos, inconsistencias, yerros, imposiciones, mentiras, fallos, incompetencias, inutilidad, El Peje detesta, le encoleriza, que los medios de comunicación no alineados -vamos fifís- lo exhibamos, divulguemos sus torpezas, timos, engaños y no pierde la oportunidad de denostarnos. Es notorio su encono contra Reforma, El Universal, varios columnistas, comentaristas, conductores, etc. No es nuevo, sino estatus.
Esta vez si se pasó de lanza, al utilizar a su pareja, Beatriz Gutiérrez Müller, para insultar nuestra profesión. Beatriz, como su marido, no se atrevió a dar nombres y medios a quienes dirigió sus dardos envenenados.
Fuera de protocolo y decencia cortesana, en un evento para recordar el 108 aniversario luctuoso del ex presidente Francisco I Madero, en el patio de honor de Palacio Nacional, López Obrador prefirió que las denostaciones contra la Prensa salieran de la boca de la “historiadora” y “escritora” Gutiérrez Müller, como oradora oficial.
Las líneas discursivas no venían al caso, pues se honraba la obra, trayectoria, decisiones y martirio de quien Andrés Manuel lo denomina “Mártir de la Democracia”. Pero la Gutiérrez tenía misión específica, ordenada por su esposo: pégale a los periodistas.
Sumisa, obediente, la señora retomó algunos párrafos del libro “La Revolución Mexicana. Mi contribución político-literaria” de Federico González Garza, escrito en 1936, en donde el autor arremete contra la prensa de aquella época, a quien Madero y González Garza culpan de haber influido en la caída y fusilamiento del expresidente.
Insisto, ¿por qué en un acto luctuoso, oficial, protocolario, la hablante asume el papel de jueza para sentenciar a la prensa de 2021 con epítetos groseros, altaneros, carentes de dignidad?
Ya encarrerada, a voz en cuello escupió. Antes, permítanme aludir a dos frases ad hoc, expresadas por el único priista digno que he conocido, Don Jesús Reyes Heroles -que caen como anillo al dedo para el caso- “en política no hay casualidades”, “en política lo que parece, es”. Ahora sí, la Müller, con mala leche, perversidad y maleducada leyó “ahora se puede afirmar que Madero no tuvo entonces enemigo mas cruel, más despiadado, más infame, más perverso y vil, en el grupo de periodistas que antes habían sido admiradores miserables o lacayos de la dictadura… Débiles, cobardes y serviles con quien los humillaba, se tornaron altaneros e insolentes con quienes respetaban su vida y los dignificaban”.
La señora de López Obrador, con premeditación hizo la analogía de la prensa de 1936, con la actual, la fifí, la chayotera, la mafia de la información, como nos considera Andrés Manuel, al leer “Madero no dio importancia a los ataques de la prensa, juzgando como muy natural la maledicencia de periodistas quienes no habían levantado su voz contra los desafueros de la tiranía porfirista. No se podía esperar que estos periodistas se tornaran en valientes pretendiendo sentirse campeones del honor, de la libertad y la justicia ahora que tenían la plena seguridad de no exponer su libertad ni su vida atacando, precisamente, la justicia, el honor y la libertad”. Concluye Beatriz, ante la sonrisa burlona de su marido.
¡Misión cumplida!, debió haber dicho la susodicha.
No sorprende la decisión cobarde de ya saben quién que dejó en voz de la doña sacar su rencor, pues también detesta a los medios después de que la exhibieran “haciendo caracolitos al público” Cuando en redes sociales un cibernauta le preguntó si como esposa del inquilino de Palacio Nacional visitaría a los niños con cáncer, que el gobierno de la T4a, había suspendido el suministro de medicinas, las quimios, la atención oficial, a lo que respondió “no soy médico, a lo mejor usted sí. Ande, ayúdelos”. Así de insensata.
Soltó lo que tría en el alma: ira, rencor, encono, desprecio por los periodistas porque en otra ocasión los medios de información dieron amplia difusión al mote que le pusieron a su hijo menor Jesús Ernesto, “Chocorol” que de inmediato reaccionó expresando “con los niños no”, tiempo después se presentó el incidente de los niños con cáncer y la sorna volvió a pegarle.
Así pues, la pareja presidencial, que en acto luctuoso y protocolario sacó su odio y rencor contra la prensa.
*Miembro de los Grupos Editoriales Digitales radioexpresionmexico.com y de latitudmegalopolis.com