Lamentablemente, los temas que ocupan hoy el interés de los medios de comunicación se centran en la tormenta política que el ciudadano Presidente de la república desató al llamar a los mexicanos a definir si están con él y su proyecto de “transformación” o en su contra. Conminó a los mexicanos a asumirse en uno de los dos bandos, conservadores o liberales, “sin medias tintas” y de manera inmediata, en esta elección de bandos, calificó peyorativamente a cualquiera que decida no apoyar sin reservas a la cuarta transformación, que en sus palabras, ya es una “revolución” y por lo tanto estaría del lado de los protectores de la corrupción, los enemigos del pueblo y les denomina “conservadores”.
Al observar el discurso del presidente encontré a un líder de facción política desesperado por alcanzar la aprobación social, sustentado exclusivamente en la condición excepcional que supone tiene su persona. También vi a un presidente electo democráticamente abandonar su condición de jefe de gobierno y de Estado que el sistema político confiere al titular del Ejecutivo Federal. AMLO abandonó su responsabilidad de gobernar al país, en su profunda diversidad y pluralidad política, y en cambio, exige un país que exista y se dirija a su modo.
Insatisfechos con lo anterior, los estrategas políticos de la administración y del partido MORENA continúan en esta lógica de escalar el conflicto social y renuevan el discurso del “complot” y del “golpe de estado blando” (ya usado con anterioridad cuando se hicieron públicas las inconformidades en el ejército por el trato presidencial) que los conspiradores inmorales pretenden llevar a cabo en contra del presidente y sus aliados. Para ello, montan una coreografía donde se presenta un documento confidencial que avala, a su decir, las intenciones conspiradoras de los inmorales. Curiosamente, el documento, sin origen ni autoría, muestra la supuesta pretensión de esta facción contraria de incidir conforme a la ley electoral en el proceso democrático del 2021 y así acotar al presidente en sus decisiones y objetivos políticos con los que no se está de acuerdo.
Sería un lugar común recordar que todos los ciudadanos tenemos la facultad de expresar nuestra capacidad electiva en un proceso constitucional para la conformación democrática del poder político, así que me limitaré a comentar el carácter de autoritarismo y soberbia que subyace en el fondo de estas acciones políticas emprendidas desde la autoridad federal por una parte y la falta de respeto a la inteligencia de las y los mexicanos, con montajes chabacanos que recuerdan a las grillas estudiantiles en que se formaron un buen número de los actuales dirigentes de la cuarta transformación.
Desafortunadamente, este repique de campanas para convocar al activismo de los adeptos de MORENA va cargado de signos de violencia consustancial a la intención explícita, no de competir con adversarios que todo proceso democrático demanda, sino bajo la consigna “revolucionaria” de aniquilar cualquier oposición a la construcción de una patria nueva. Así la línea política que pretende construir López Obrador, el dirigente de MORENA, es concebir la elección intermedia como una disputa por la nación que demanda fidelidad ciega al pueblo bueno cuyo intérprete y único interlocutor se encarna en su persona.